Universidad e inteligencia artificial

César Ulloa

Cuando internet irrumpió en la sociedad, las versiones celebrantes y apocalípticas se enfrentaron de manera canibalesca. Desde un lugar se dijo que esto mejoraría notablemente la calidad de vida de las personas, mientras que, por el otro, se denunciaba el papel secundario que cada día tendrían varios espacios de desarrollo personal como las bibliotecas, entre otras cosas. Ninguna de las dos posiciones se ha cumplido en su totalidad, sin que ello desmerezca los cambios notables que se evidencian desde aquel momento en diversas dimensiones. Para muestra un botón, el punto de entrada para cualquier consulta es la red.

En algún momento se habló de que la red iba a sustituir a los profesores, aceleradamente. Esta narrativa ha ido perdiendo adeptos, pues si miramos con detenimiento a periodos tan complejos como la pandemia, advertimos que ningún medio tecnológico reemplaza emociones y actitudes. Sin duda, la información y el conocimiento educan y entretienen, pero no logran suplantar el calor de un abrazo, una palmada y la misma sensación de sentirnos vivos debido a la cercanía, el olor y el tacto. Internet es lo que es y la esencia de la humanidad, lo propio.

Ahora se trata de posicionar el relato desde el sector apocalíptico de que la inteligencia artificial (IA) nos desaparecerá, sin embargo, su dimensión probablemente sea otra. Esto no significa que se desconozca su alteración al ritmo, la intensidad y la dimensión de varias actividades en la vida cotidiana, pero lo esencial sigue siendo invisible para los ojos como se dice en El Principito.

Las universidades deben apropiarse del debate acerca de la (IA), porque no es, únicamente, un tema de simplificación de actividades en la búsqueda y el procesamiento de datos, sino y sobre todo, el uso de una herramienta que replantea la actividad intelectual en las formas y en los fondos. Finalmente, quién decide la orientación de los temas en las investigaciones sigue siendo el ser humano, por tanto, ninguna IA pondrá pasión a lo que se busca y a los hallazgos que se obtienen. Al igual que la internet en su momento, la IA vive el suyo.