Inflación y especulación

Por Eduardo F. Naranjo C.

Los momentos de la vida son diversos —unos más importantes, otros más interesantes—, pero lo que más nos importa son los eventos relacionados con nuestra subsistencia: salud, agua, alimentos, vivienda y experiencias que validan la participación colectiva.

La demagógica subida de 25 dólares al salario vital nos llevó a un inmediato cambio de precios en muchos alimentos y objetos. Para un productor este incremento significó mayores costos que habrán afectado el precio del producto final; sin embargo hay empresarios que se dieron modos de no afectar el mercado, el precio y la competitividad. Al lado opuesto están los productores que, con el pretexto del incremento salarial, subieron precios a niveles especulativos, como una conocida marca de café ecuatoriano que subió de golpe un dólar a la libra del producto procesado,  un 15 por ciento cuando la inflación, gracias a la dolarización, es apenas de un 7 por ciento, mientras su competidores apenas ajustaron unos pocos centavos. Este simple y casi inofensivo hecho demuestra cómo algunos productores quieren incrementar el lucro mediante acciones poco éticas. En el caso del café, por suerte el país dispone de más de 40 marcas y el consumidor puede escoger otro producto similar a buen precio.

Hay empresas que buscan el máximo lucro, “ley del mercado”, pero sin mejorar el servicio a diferencia de otros países; además, exportan capital con fines especulativos poco claros, situación lamentable que soportamos desde inicios de la República y que parece empeorar con las gentes que manejan justicia, economía y seguridad, indicadores de poca esperanza para nuestro hermoso y rico país. Empresarios poco honestos y políticos sin rostro velando únicamente sus propios intereses, en tanto las masas desoladas buscan otras orillas para sobrevivir y las elites se preguntan por qué florecen  con fuerza pensamientos extremos.