Historia transmedia del 2 de Agosto

Pablo Escandón Montenegro

Hoy es un buen día para volver a una obra maestra de la literatura ecuatoriana, la novela ‘Mientras llega el día’, de Juan Valdano Morejón. En esta recreación histórica de ficción volvemos temporalmente a la Audiencia de Quito del siglo XVIII cuando se da la primera junta soberana de Quito que desconoce al usurpador de la corona española, y que luego de un año de acechos y escapes logran encontrar a los patriotas para encarcelarlos y ajusticiarlos durante la revuelta del 2 de agosto de 1810.

La novela es de ficción histórica, una de las mejor contadas en el siglo XX, que retrata tan bien las costumbres, oficios y desarrollo urbano de la capital de la Audiencia. El barroco es la corriente que inunda al siglo, pero también a las gentes y autoridades, por lo cual se ve enfrentado con el espíritu iluminista de Pedro Matías Ampudia, una personificación de Eugenio Espejo, que lleva las ideas francesas de igualdad, libertad y fraternidad a las elites criollas de esta Audiencia.

Valdano fue un escritor muy particular, pues entre ensayos, cuentos, docencia y servicio público, construyó un imaginario conceptual sobre lo ecuatoriano. Su obra acerca de las generaciones intelectuales en el Ecuador está presente en la novela, pero no a manera de pedagogía ni de libelo inserto que desafina ni genera ruido, sino como una constante invisible que nos recuerda de dónde venimos como ecuatorianos.

En ‘Mientras llega el día’ las costumbres populares son descritas tan magistralmente como si fueran narradas por un testigo que estuvo en las corridas de toros que se programaban en la plaza mayor de Quito; describe desde los tenderetes y tolderías que los acaudalados quiteños mandaban erigir, pero también da testimonios de cómo eran las pulperías y emboscadas a florete en las diversas quebradas de la ciudad.

Pedro Matías Ampudia es uno de los personajes olvidados de la novelística ecuatoriana. Su figura es de una fuerza intelectual y moral, pero de una humanidad vulnerable, como bien pudo haber sido la de cualquier ser humano en ese siglo.

Es extraño que quienes se dedican a la literatura ecuatoriana no reivindiquen como uno de los clásicos de la novelística histórica la figura de Valdano, quien además tiene otra novela en tono intimista, pero ambientada en la revolución liberal. ‘El fuego y la sombra’ se titula esta obra.

Que este dos de agosto sirva de pretexto para volver sobre la novela de Juan Valdano, que motivó la película de Camilo Luzuriaga: ‘1809-18010, Mientras llega el día’, no solo para rememorar el hecho histórico, sino para reconocer que existen diversos lenguajes artísticos que nos cuentan cómo somos: ver la película y leer la novela nos abre a un mundo transmedia de experiencias y sentidos, que bien pueden completarse con las propuestas museísticas en el Centro Cultural Metropolitano, con la Realidad Virtual y las figuras de cera.

Volvamos a la historia, volvamos al centro histórico, con libros, películas, exposiciones y los comunicadores nos deben series y podcasts.