Tiempos difíciles

Franklin Barriga López

En pleno estado de excepción, se produjeron ataques con explosivos, secuestro de policías y estudiantes, retención de agentes en las penitenciarías  y fuga de la prisión de varios cabecillas de bandas delictivas, estallidos de vehículos, explosiones en puentes peatonales, sicarios que siguen haciendo de las suyas, personas armadas que se tomaron las instalaciones de un canal de televisión mientras transmitía en directo y otros actos que condujeron a gran tensión colectiva en todo el país.

Las agencias internacionales de noticias difundieron lo que está sucediendo. Los hechos, sin precedentes en nuestro medio, en lo que se refiere a la arremetida y avances delincuenciales, previamente organizados, rebajaron la imagen nacional a extremos de considerar al nuestro como el país más violento de Latinoamérica, habiendo sido ubicado, en épocas no lejanas, como verdadera isla de paz, en medio de vecinos agobiados por la violencia.

En tal estado de la situación, el Presidente de la República suscribió el decreto por el cual reformó el estado de excepción y reconoció la existencia de conflicto armado interno, disponiendo la movilización inmediata de las Fuerzas Armadas y, bajo el Derecho Internacional Humanitario y para proteger a la ciudadanía, efectuar operaciones en contra de las bandas delincuenciales que, por su virulencia, han sido calificadas de terroristas.

Ante lo que viene aconteciendo, la expectativa nacional y del exterior es inmensa. Ecuador ha recibido solidaridad y respaldo de los representantes de países amigos, lo que significa algo muy importante, ya que la delincuencia criolla aliada al crimen transnacional, por su naturaleza y poderío debe ser combatida de manera frontal y con apoyo internacional.

Es el momento para la auténtica concertación nacional, a fin de salvar a la Patria del declive en que se encuentra, con el peligro de caer en el abismo del que no se retorna.