¿Federalismo?

Italo Sotomayor Medina

Ha bastado que la idea del federalismo haya sido mencionada por Nebot para que volvamos a repensar nuestra organización como sociedad. Tras 18 días de paralización nacional y un gobierno que estuvo a 12 votos de irse a su casa, resulta saludable que volvamos a la crítica habitual del centralismo y la extrema dependencia del músculo político de la capital. Aunque la propuesta nace desde Guayaquil, en donde el subdesarrollo se siente menos, el resto de los cantones y comunidades del país viven una realidad diametralmente distinta. Sin embargo, más allá de ser un obstáculo, podría convertirse en una oportunidad para que de forma ordenada lideren, desde su propia visión cultural, la reducción de las asimetrías económicas, políticas y sociales que el centralismo, desde nuestra vida republicana, no ha sabido atender y resolver.

No se trata de colocar obstáculos y trabas a una idea que al menos merece ser discutida; especialmente, cuando el Ecuador tiene enemigos comunes: la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la desatención sanitaria y la lista puede continuar. De allí la necesidad de promover la creación de una infraestructura política eficiente que logre dar respuestas a los tan complejos desafíos que tenemos de cara a esta nueva década. Se requiere, por tal motivo, de un federalismo solidario, unitario y colaborativo. ¿Lo considera posible?

Hasta tanto, la idea misma del federalismo, sin predisposición política, se convierte en una discusión estéril. El centralismo, ese al que hemos sostenido por muchos años, pese a la autonomía y la delegación de competencias por territorios, no ha servido para equiparar la balanza entre provincias y cantones. Pese a aquello, es importante que empecemos a trazar una nueva hoja de ruta, rebautizando nuestro derecho al desarrollo, reconstruyendo el tejido social; no desde el desmembramiento territorial, sino más bien, desde la unidad en la diversidad y la autocrítica. Veremos.