Falta el silencio necesario

El Gobierno insiste en dialogar con la variopinta oposición que lo enfrenta: socialcristianos mezclados con el correísmo, a los que se añade la Izquierda Democrática, un partido que no es de izquierda y es muy poco democrático. Pero no todo será fácil; el conflicto de intereses crece en esa alianza coyuntural.

El pegamento que los une puede deshacerse en cualquier momento. El Gobierno, si se arma de paciencia y deja correr el tiempo, podría salir beneficiado. La exclusión, la pobreza y violencia reinantes, así como los errores estratégicos en materia económica y social, la incompetencia y la corrupción, los recibió Lasso en herencia histórica.

¿Qué pensarán las bases históricas de estos partidos? ¿Cuál será el sustento ideológico de esta rancia mixtura? ¿Cuántos años más podemos seguir perdiendo? Muchas lecciones pueden obtenerse de todo ello, pero una de las más importantes quizá sea el recordatorio de que el futuro de Ecuador es incierto.

Los líderes prestos al diálogo están marcados por el autoritarismo, el rechazo a la crítica y el mesianismo que sus respectivas conductas develan. El Gobierno y sus aliados parlamentarios cargan con fardos parecidos. El fuego amigo –se repite a menudo– llega a ser peor que el del enemigo.

Se contiene la respiración cuando se les ven los rostros tras las máscaras hipócritas de que buscan “el bien común”. ¿Hay soluciones a la crisis política que nos afecta a todos? El camino está lleno de zancadillas, pues lo marcan agendas absurdas de dirigentes desnortados. Desinformar, confundir y distraer a la sociedad tal vez sean sus objetivos.

El contexto juega en contra. Se acaba el tiempo de jugar al ratón y al gato. Este país es el nuestro, resultado de nuestras decisiones, nuestra política, aciertos y desaciertos. Para que los diálogos sean productivos, hay demasiado ruido. Falta el silencio necesario para lograr que los acuerdos (si los hay) resistan la prueba del tiempo.

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