Empresarios por la educación

Leí y estoy de acuerdo, la solución más fácil para muchos, al enfrentar problemas y obstáculos   como los que atravesamos en el país, es llenarse de fatalismos y no comentar para construir mensajes positivos, desde el lugar y actividad que realizamos.

Esta columna de opinión es de contenido y análisis social, con temas como el educativo, evitando relacionarla e interpretarla con ideologías mal concebidas y no acordes con la realidad del mundo actual.

A nuestro gobierno lo elegimos la mayoría, por diversas razones, sabiendo que pertenecían a un sector social y económico, el de los empresarios. Por supuesto, pensando en los honestos, en los practicantes de una doctrina ética: cumplidores de leyes y obligaciones, distantes a eludir o evadir compromisos legales y fiscales. Nunca en los presuntuosos de éxitos y  riquezas; por todo eso, sin ambages, estamos listos a apoyar, pero más aún a exigir.

Las  frases de empresarios famosos, no  románticos, no demagogos: “Hay que ser generosos con la sociedad”, “Hay que tener sentido de sociedad”, “Hay que reequilibrar oportunidades de salud y educación”, nos identifican mejor. Son impulsores de modelos educativos con: práctica de valores, currículo real y útil, según los contextos, realidades y necesidades.

Hay propuestas de éxito para imitarlas. En España, la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE): investigaciones, estadísticas, metodología y currículo para el desarrollo de competencias básicas y especializadas, con transversalidad obligatoria de programas digitales e idiomas.

En Colombia, la Fundación “Empresarios por la Educación” y en el Ecuador la Fundación “Unidos por la Educación”, que en 2022 estarán en 150 escuelas y la intervención de 50 empresarios.

En la sociedad mundial el empresario es clave; no el que miente y estafa, sino el que se acerca a las aulas a pedir  lo que requiere, despertar vocaciones, ofrecer empleos dignos, convencido  de que va a  “aprender con los demás, de los demás y por los demás”.

Queremos: empresarios por la educación.

 

 

Al publicar la columna anterior de Fabián Cueva el 31 de octubre de 2021 bajo el título de ‘Ilustre institución (150)’, omitimos unas líneas —que aparecieron únicamente en el sumario previo— en las que el autor citaba el nombre del renombrado poeta Julio Pazos Barrera. Esta equivocación, de nuestra entera responsabilidad, podía inducir al lector a creer que el poema cuyo extracto el autor incluía era de autoría de este, cuando en realidad pertenece a Pazos Barrera. Ofrecemos sentidas disculpas por ello.