El ‘haraquiri’ de Lasso

Kléber Mantilla Cisneros

Un tema delicado aún la contienda electoral del 5-F y el fraude sin nombre. La aceptación de un gobierno arrinconado, visto en retrospectiva, de otro proceso electoral amañado y la manipulación del sistema informático del Consejo Nacional Electoral. Insuficiente juzgar y condenar a Lenin Moreno y Guillermo Lasso, que habrían ganado con fraudes; pero, esta vez, la alfombra roja la tienden para el regreso del prófugo Rafael Correa. Y, para colmo, nos dicen que no hay culpables por la narcocracia instaurada y hablan de centros de cómputo paralelos de la ‘robolución ciudadana’.

Empero, el crimen social no está en publicar encuestas sospechosamente arregladas, ni el exterminio político en la incompetencia e indolencia de un grupo de saqueadores; sino en normalizar los escándalos de corrupción y en enceguecerse por la codicia y vanidad del poder. En la entrega de gobiernos seccionales al correísmo, en dañar las preferencias a Pachakutik y en la aniquilación del socialcristianismo de Jaime Nebot. En el recuento masivo de actas, fallas infinitas e inconsistencias en el conteo de votos que obligarían a anular las elecciones y detener la posesión de autoridades truchas.

Nadie quisiera habitar en el entorno de corrupción de Carondelet, pero el denominador ‘Caso Encuentro’ o el ‘Gran Padrino’ está a la vista. La depravación moral del asesor Mauricio Guim y otros tiene secuelas por su intento de huida por la frontera norte. Lo involucran audios sobre la venta de cargos y de contratos públicos. De ahí, la apariencia de legalidad del sainete de cambio de gabinete de los ‘Lassoboys’.  Todo, luego de meses de rodearse de colaboradores incapaces; con torpeza secuaz.

Así, los movimientos indígenas le han declarado la guerra al referéndum 5-F. Vigilantes del ‘no’ y punto. Mientras un país entero sigue en vilo y cualquier cosa puede pasar. Pero ¿qué hacer si las calles se incendian? ¿El anuncio de un suicidio ritual de honor, cual samurai japonés, en los salones de Carondelet ya allanados?  Acaso, ¿será el doblaje de la caída de Mahuad versión 2.0? ¿O el forcejeo de otra banda mafiosa ‘light’? ¿Moribundo el Padrino, el grito ensordecedor por la ya icónica ‘muerte cruzada’?

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