El gobierno del pésame

Italo Sotomayor Medina.

Los zapatos rojos de la campaña ahora tienen sentido. Eran una premonición de lo que sucedería en este gobierno y las vidas que cobraría el crimen organizado. Dos años y tres meses han sido suficientes para comprender que el Ecuador de Lasso no “ama la vida”; se ha acostumbrado a convivir con la muerte.

No esperemos más y empecemos a describirnos como lo que nos hemos convertido: un Estado fallido. No tenga duda y acepte cuanto antes, que este país no es manejado por el presidente desde Carondelet, sino desde las cárceles y la impunidad que él dice combatir. Estamos de rodillas ante el narcotráfico y la delincuencia. ¿El Estado? ¿Cuál Estado? Aquí no hay autoridades, instituciones, leyes o gobierno, aquí solo hay balas y sangre en las calles.

Puede que escuche decir a Lasso que protegerá la institucionalidad democrática y que combatirá a las mafias políticas. Lo que no termina de entender, pese al recordatorio permanente de los ecuatorianos en el país o en cualquier parte del mundo, es que para nosotros es tan solo un hombre sin palabra. Faltando tres meses para que culmine anticipadamente su gestión, cómo quisiéramos que renuncie y acabe de una vez con su ineptitud y cobardía.

En el país de Lasso, la seguridad nacional no es una prioridad, es una consigna más que merece poco presupuesto y preocupación. Las muertes son una consecuencia que no puede, no sabe y no le importa evitar. No le duelen, no las siente, ni las asume como propias. Para él somos un número, una estadística, que es producto de sus adversarios políticos y de la prensa. Ojalá algún día sepa que el país va más allá de su metro cuadrado y de su círculo social. Se va pronto, pero deja un país con hambre, deudas, desempleado y sin oportunidades. Váyase, no importa, la historia no lo absolverá, lo registrará como un mal recuerdo.

@ItaloSotomayor