Alta gama

Eduardo F. Naranjo C.

Vivimos tiempos extraños y convulsos. Se producen cambios sociales y físicos  acelerados. Presenciamos hechos y cosas difíciles de comprender. El lenguaje evoluciona en signos encriptados. En redes se comprimen palabras y aflora un lenguaje de signos manuales, emerge la palabra de moda, un genérico que cubre muchas cosas; ‘alta gama’, definición que no existe en el diccionario pero es el signo de los tiempos.

Quienes pretenden lucir su ‘ego’ y poder deben poseer objetos de alta gama, de precios altos o carísimos que reflejan ‘estatus’, creencia que muestra discriminación social y permite que el dinero, sea bien o mal habido, fluya, en tanto el resto de seres son ignorados o mirados con desprecio, generando envidia de un lado y mostrando codicia por el otro.

Este simple hecho muestra claramente los ‘valores’ de la sociedad actual, en la que, para ser visibilizado se debe poseer y mostrar bienes de ‘alta gama’, es decir sustentar vidas y relaciones por el valor de las posesiones. Quizá siempre fue así, pero hoy probablemente es  una de las  causas del incremento del crimen, ansiedad humana de alcanzar ‘estatus’ y ostentarlo.

Es el resultado del capitalismo salvaje que instauró el ‘mercado’ como dios de barro, sugiriendo que mientras todos ‘trabajen’ duramente podrán lograr este paraíso, pero no se dijo que al inundar el mercado de cosas, muchas de ellas inútiles, se comenzó a contaminar el planeta sin que la riqueza generada se distribuya con equidad y  acumulándose en la cúspide de la pirámide a velocidad impresionante. Se evita así, a la vez, que los beneficiados paguen sus obligaciones tributarias, para que la maquinaria del Estado pueda resolver el problema del resto. La ‘alta gama’ nos ha llevado a niveles de corrupción no vistos en la historia. El crimen organizado es de alta gama, como el de baja ralea también; el planeta está tomado y en escenarios donde es improbable que exista justicia y democracia.