Donbas

Por Rodrigo Santillán Peralbo

El 6 de abril de 2014 comenzaron los enfrentamientos armados entre los separatistas de Donbás y el ejército de Ucrania, luego de que proclamaran la independencia de las repúblicas de Donetsk -RPD- y Lugansk -RPL- que han provocado la muerte de unos 15.000 combatientes, en especial de las milicias. Hace ocho años comenzó a resquebrajarse la paz en esa zona, la que se ha roto con una serie de operaciones militares por parte de Rusia, que se vio obligada a intervenir por petición expresa de los gobiernos de Donbás, en defensa de la vida de su población, atacada por las fuerzas militares de Ucrania, y por cuestiones de seguridad en sus fronteras.

Donetsk y Lugansk tienen una población étnica rusa y son rusohablantes, factores que unifican y razones por las que Kiev las aparta, porque nunca los consideró ucranianos, lo que demuestra una política totalmente equivocada, y de absurdo abandono. Por estas causas se acercaron a Rusia, que ayudó a la supervivencia y al desarrollo, hasta que Donbás se convirtió en una región muy próspera, con un elevado nivel de industrialización y explotación de minerales. 

Los gobiernos de las repúblicas independientes de Donbás solicitaron a Rusia que intervenga en la región, pero, además, existe otro problema muy grave que se refiere a la expansión de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) —el brazo armado de Estados Unidos y la Unión Europea que, por sobre los tratados vigentes, ha establecido bases militares, muy cerca de la frontera rusa, lo que Putin considera un peligro para la seguridad de Rusia—.

La OTAN quiere bases militares en Ucrania para terminar de cercar a Rusia. Este es otro motivo para las operaciones militares que preocupan a la humanidad, que ansía vivir en paz, pues la guerra, donde ocurra, solo produce destrucción y muerte.