Después del mundial

César Ulloa

La alegría fue intensa, enorme, vibrante, única. Ahora volvemos a la realidad después de que la selección nos generó magia, esperanza, un camino. El Mundial cambió la situación que vivimos momentáneamente porque supo ocultar la tragedia. Catar fue el espejo de las emociones más profundas: el amor por este país, al que no dejamos de llorar por sus problemas no resueltos, pese a las grandes riquezas que nos rodean y su gente buena. Por un lado, vibramos con cada jugada y goles de Enner Valencia, mientras que, por otro lado, miramos angustiados la hora para volver a casa porque la inseguridad campea y no da tregua ni un segundo. Lo más alarmante de todo es que nadie cree ni en el vecino y eso también se proyecta en la idea que tenemos de los políticos de cualquier signo ideológico.

La selección nos hizo sentir cobijados y por fuera de esa orfandad que flota en el ambiente. Es real el sentido de incredulidad de que las cosas mejoren. Los jóvenes quieren emigrar a cualquier costo, aun a sabiendas de que a los coyoteros solo les interesa el dinero y cobrarlo a cualquier precio. Esta condición nos hace pensar, una vez más, en la necesidad de un acuerdo nacional emergente para defender la vida, la democracia, la paz. Sin seguridad no hay democracia, porque toda manifestación de violencia expresa lo contrario a los mecanismos que utiliza la democracia para resolver problemas, controversias, conflictos. Aterra pensar que un buen porcentaje de ecuatorianos aceptaría un gobierno autoritario sacrificando las libertades y los derechos.

Hay maneras de combatir este miedo y una de ellas es la recomposición del tejido social y la convivencia pacífica. La restauración de las relaciones humanas se logra con confianza y ejemplo. Autoridades y ciudadanos debemos celebrar un pacto social por la seguridad y la vida, en donde cada cual haga lo suyo sin bajar la guardia. Es ahora el momento, pues lo más cercano por la inacción es el narcoestado y la generación de violencia por parte de los grupos ilegales que defienden sus negocios sin importarles el futuro del país.