Demos gracias al juicio político

Parecería que el juicio político que se quiere llevar adelante en contra del mandatario ha provocado un hecho muy inusual: que el presidente empiece a tomar decisiones que benefician a los ciudadanos.

De repente entendió que la subida de impuestos que ha castigado duramente a la clase media del país podría rectificarse, cumpliendo en parte con sus promesas de campaña sobre bajar los impuestos.

Otro asunto sobre el cual nos mantuvieron engañados es la delincuencia. Finalmente, los militares están ayudando a la Policía en las tareas de seguridad mientras que, antes, en Carondelet aseguraban que las Fuerzas Armadas no podían salir a las calles.

En fin, el miedo a ser destituido despertó al presidente con los niveles de aceptación más bajos que nunca.

Agradezcamos este enjuiciamiento y veamos cómo acabará, puesto que tanto algunos analistas como los más cercanos a la Presidencia —que en su momento nos aseguraron que iban a ganar la consulta y que la Corte Constitucional no iba a dar paso al juicio político— hoy están seguros de que el presidente no será destituido. Por un lado, sobreestiman la tarea del ministro de Gobierno y, por el otro, subestiman la voluntad de gran parte de la población que no quiere a Lasso. Sin embargo, la vigencia del mandatario ya no depende de él, sino de lo poco que ha sembrado y de lo mucho que ha dañado: hoy tenemos un país desinstitucionalizado y tomado por el crimen, la inoperancia y la corrupción, de la cual tampoco este gobierno podría salir inmaculado.

Ahora solo nos queda ver qué pasará en los próximos días y en la Asamblea, y esperar más hechos elementales y de sentido común, que tanta falta nos hicieron durante estos últimos años y que aparentemente solo se gestionan cuando el mandatario y su entorno están en peligro. Cuando somos los ciudadanos los que están en zozobra, a nadie le importa.