David y Goliat

PACO MONCAYO

Se escuchan comentarios sorprendentes sobre la condenable invasión de Putin a Ucrania. Una parlamentaria española, reprobaba la “…agresión del régimen comunista soviético de Putin”. Y no es el único caso. La verdad es que Putin es anticomunista confeso. En su discurso para reconocer la independencia de Donetsk y Lugansk, afirmó: “Las bases de Lenin para construir un Estado no fueron solamente un error. Fue mucho peor que un error”. De hecho, gobierna con apoyo de una coalición formada alrededor de Rusia Unida, partido conservador, nacionalista e imperialista, secundado por la iglesia ortodoxa. Es un caso parecido al de la Alemania nazi. Un pueblo humillado por la derrota y víctima de extremas sanciones, encontró en Hitler un salvador; lo mismo, aunque en un contexto diferente, ha sucedido con Putin.

El presidente Volodímir Zelenski de Ucrania es el reverso de la medalla. Licenciado en Derecho, actor y productor de televisión, gobierna el país desde 2019. Entonces apoyaba la distribución gratuita de cannabis medicinal, era partidario del aborto gratuito y de legalizar la prostitución y el juego. Se catapultó desde su programa televisivo “Servidores del pueblo”, del que tomó su nombre el partido que le respalda. En 2015 obtuvo el 73% de votos en la segunda vuelta electoral. Inmediatamente disolvió el Parlamento y convocó a nuevas elecciones, para controlar el legislativo. La receta del éxito: su juventud, aires de modernidad y una imagen alternativa, distante del político tradicional.

Hasta el momento, parece que Zelenski está jugando sus cartas con mucha más habilidad que su par ruso. Incumplió los acuerdos de Minsk de mayo 2019 sobre la organización de elecciones y la concesión de un estatuto especial para la región del Donbás; logró que la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) le conceda el estatus de “socio con oportunidades mejoradas” y, cuando Putin movilizó sus fuerzas hacia la frontera, puso fin al diálogo y declaró que el ingreso a la OTAN era la única forma de terminar con la guerra del Donbás. La torpe respuesta belicista de Putin, argumentando las «provocaciones ucranianas” y la imagen del joven David enfrentando a Goliat, han hecho lo demás.