¿Cuál será el precio?

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Por Alejandro Querejeta Barceló

No lo sabemos; la controversia ha estallado. Es muy difícil abordar un debate sereno y clarificador sobre el tema. Para sobrevivir y conservar alguna relevancia, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) se debe renovar o desaparecer de una vez por todas. En muevo de partidos de impensable ideología, de votantes distintos y distantes, de líderes que en un tiempo se pedían la cabeza, en fin, aceite y vinagre.

Un episodio cuajado de despropósitos; el embrollo es monumental y afecta, de carambola, la probidad y devela el juicio extraviado de algunos jueces. El camino, visto al detalle, está lleno de asechanzas. El CPCCS semeja un ring de boxeo, con apuestas por uno u otro contendor. El debate sigue, ahora en otros derroteros: la oposición en la Asamblea desempolva sus cañones.

 El botín: un parche a la Constitución de Montecristi, que quieren utilizar para hacer suyo un Contralor, como los anteriores, a la medida. Sea quien sea que lo encabece, pasa por una crisis de legitimidad irreparable. Obstruir la justicia, corrupción, ocultar y enmarcar hechos ilícitos u otra actividad ilegal; abultados delitos. Esa es la tarea que, por debajo de la mesa, se busca que el Consejo haga suya.

Las diferencias culturales lo demuestran y abren un interrogante. Si UNES, Pachakutik y lo enrarecidos socialcristianos se llevan al gato al agua, hacen su agosto. Tienen la oportunidad de poner al régimen entre la espada y la pared y, como dice el poeta: entre la espada y la pared a nadie le gusta situarse. La desconfianza es general. ¿El peor escenario? Está a la vista.

El asunto nos afecta a los que anhelamos un Ecuador adecentado y empoderado de sí. La ciudadanía debe adquirir conciencia de cuán urgente es la situación. ¿Hay otras soluciones? Sí, pero distan mucho de estar claras. Entre ellas una radical reforma constitucional que deje fuera al Consejo, planteada por el venerable Dr. Julio César Trujillo. ¿Y si todo sale mal, como en la veintena de constituyentes pasadas?

El combate sigue en el campo de los amparos, graciosamente otorgados a unos y otros. Desinformar, confundir y distraer a la sociedad es la estrategia. ¿Cuáles son los costos morales, económicos, sociales y políticos de este ‘quítate tú para ponerme yo’?

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