Cosa de vampiros

Kléber Mantilla Cisneros

El país intenta salir de una dictadura populista históricamente repetida los últimos tres gobiernos, saqueadora, como nunca antes, de fondos públicos y con una burocracia debastadora intocable. Desde 2007 se intentó reformas sociales y políticas, tras la filosofía demagógica del socialismo del siglo XXI; pero, el correísmo a ultranza, con varios colores y matices, sumerguió la democracia en corrupción y autoritarismo. Los actuales ocho candidatos presidenciales tienen algo de ese populismo caótico o están rodeados de correístas y ex correístas. Todos. El único problema es que un discurso cargado de resentimiento y aversión necesita otro país para replicar el continuismo de inseguridad y miseria.

Hasta hoy, no nos podemos perdonar escoger un alcalde que no logra inaugurar el Metro de Quito; tal vez, la obra más representativa de la ‘revolución ciudadana’ en la capital de los ecuatorianos. Cada día paralizado y en lucro cesante, nos demuestra que el servicio de transporte masivo no funciona o a alguien no le interesa que funcione. Esto, mientras las autoridades escogidas no logran resolver los problemas elementales de nuestra sociedad: inseguridad y desempleo. De ahí que nadie reclame por los cortes de agua potable, de luz eléctica, que persisten y el enriquecimiento ilícito, en el manejo de hospitales públicos, que ya no es novedad. No obstante, en este escenario tétrico pero cotidiano, las repercuciones del fenómeno de El Niño llegarán para finales de año.

Por la amenaza del narcotráfico y el crimen organizado varios periodistas han tenido que migrar al exterior. En sí, las autoridades no velan por el cumplimiento de una sociedad democrática, justa y participativa. Más bien, los periódicos e imprentas casi están en extinción; la comunicación social y las campañas políticas evolucionaron muy rápido a indicadores inciertos: de ser procesos dinámicos a mensajes individualistas. La introducción de nuevas tecnologías aceleró el rumbo de los procesos y toda la entelequia de las maquinarias electorales al vacío. En realidad, la hazaña valerosa de transmitir los diferentes fenómenos de corrupción con soluciones desde el periodismo crítico entró en peligro. Ese relato sencillo de denunciar sucesos de extorsión, microtráfico, atracos u homicidios. Tan frecuentes en las noticias de nuestros días.

Sin duda, el abuso de los teléfonos celulares y medios digitales disminuye el sentido crítico y la elección correcta de autoridades. De ahí que las campañas políticas se centren en el anquilosamiento de los ciudadanos bajo el formato de ‘borregos y terminators’. Como en las historias de vampiros, se trata de succionar la sangre de los opuestos y fortalecer la imagen de nuestro candidato único. Volver al

correato cursi, necio, inmaduro, por el fraccionamiento de sus  rivales. De verdad, es cosa de vampiros.

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