Fotografías y texto
Alex Villacis Guevara – Yuyay, imaginería andina
Con cachos, una tela en la cara que lleva tres huecos, pieles de borregos y ganado van disfrazados, mueven la cabeza de lado a lado y raspan el piso como si fueran animales, hacen sonidos guturales y en ocasiones embisten al distraído.
Van organizados por barrios o grupos de amigos, también hay un o una vaquera, que es la encargada de llevar al toro o mocho por las calles de la parroquia, ella vende a su ‘animal’ y en muchos casos pide una colaboración.
Quienes hacen el papel de toro, no hablan, solo hacen una especie de mugido, mientras que la vaquera habla con una voz aguda.
Así es esta festividad por las octavas de Corpus Christi en Sucre, una parroquia ubicada en los Llanganates entre Píllaro y Patate. Según los participantes es una tradición que lleva varias décadas, nadie tiene una fecha exacta de cuando inició esta tradición, sin embargo, muchos recuerdan que fueron sus abuelos quienes les enseñaron el cómo vestirse y actuar.
Bryan Chiliquinga tiene 25 años y es uno de los toros, para él esta es una tradición con la cual creció. “Yo veía esto cuando salían mis tíos y abuelitos, salían bailando en las fiestas del Corpus Christi, esto es la cultura de la parroquia Sucre y representa cuando se saca a los toros a las ciudades a vender”, aseguró.