Elecciones: final de infarto

César Ulloa

Encuestas van y vienen. El vértigo es diario. Agitación en las redes y en los espacios, en donde aflora exacerbado el tema de las elecciones. Nada está dicho hasta las cinco de la tarde del 20 de agosto cuando el Consejo Nacional Electoral proclame resultados, sin descuidar posibles impugnaciones y la presentación de recursos de todo tipo. Ningún candidato se puede confiar de nada. Acá, la pelea es voto a voto, palmo a palmo. En el Ecuador político, nada está cerrado ni proclamado. No caben los pálpitos ni los vaticinios.

El antídoto para la incertidumbre es el voto informado, pues con esta herramienta cívica cada quien resiste de mejor manera a la especulación diaria. ¿Cómo? Leyendo los planes de gobierno de los candidatos, auscultando su equipo, siguiendo sus entrevistas y poniendo a prueba sus afirmaciones, sin perder de vista el examen a sus hojas de vida. No estamos para experimentos, advenedizos o paseos de la fama. Necesitamos gente que gobierne con credenciales éticas, conocimiento y voluntad de servicio. Es fácil deducir qué pasa cuando alguien no cumple con estas condiciones para gobernar.

No es el momento para satisfacer el capricho de nadie, peor si quiere ser presidente o llegar a la Asamblea por efecto arrastre con la elección del primero. En tan corto tiempo que le espera al nuevo gobierno, necesitamos un mandatario pragmático, firme, negociador, qué sepa hacia dónde vamos y que siente las bases. No necesitamos análisis como parálisis, discusiones grandilocuentes sin aterrizaje, peor representantes de intereses corporativos. Si bien, el periodo de Gobierno es corto, no es menos cierto que es muy importante para establecer directrices y una visión nacional.

La realidad supera la vorágine de las redes sociales. Esto significa que, si el mensaje de los candidatos no es claro, esperanzador y sostenido con las grandes demandas nacionales, no servirá de nada los Tik Tok o cualquier parafernalia adicional. La gente quieres respuestas a la inseguridad, el desempleo, el acceso a la educación y la salud, entre los más gravitantes, sin que otros temas sean menores.