Inseguridad y pacto social

César Ulloa

La inseguridad debe ser enfrentada mediante un acuerdo nacional que deje por fuera los egoísmos y los intereses politiqueros y económicos, pues alguien se está beneficiando con este descalabro. Crisis para muchos y ganancias para unos cuantos. Este problema no se resuelve en soledad, porque opera el crimen transnacional organizado que guarda cierta complicidad con una clase política desorbitada, indolente e irresponsable, ya que no se ponen de acuerdo en garantizar la vida de las personas. Entre las soluciones se encuentra las alianzas estratégicas internacionales en el marco de un plan de mediano y largo plazos en inteligencia, equipamiento e inversión social.

Entonces, la solución no es, únicamente, instrumental, pues la pobreza devenida en desempleo y condiciones precarias de vida, requiere la atención urgente de segmentos de la población postergados. Esto significa diseñar e implementar un plan social con énfasis en la ruralidad, porque ahí se condesan los mayores problemas de desnutrición crónica infantil, inexistencia de servicios básicos, educación desmantelada y violencia intrafamiliar por mencionar algunos hechos. Esto no desconoce la gravedad de los sectores periféricos urbanos, sobre todo en la Zona 8 de la costa que involucra a cantones como Durán en donde se vive la ley de la selva.

No se debe naturalizar la violencia o convertirla en anécdota. La búsqueda de la convivencia pacífica debe ser incesante como práctica de vida. Esto nos demanda un mayor esfuerzo en todos los espacios que habitamos para la construcción de un objetivo común: recuperar el Ecuador de la clandestinidad y la corrupción en la que hemos caído.

Y si bien, la inseguridad es el mayor reto para el nuevo Gobierno, no puede ser una tarea exclusiva del nuevo mandatario y su equipo, sí de liderazgo. Es el momento para que los distintos sectores, gremios, colectivos, colegios profesionales, partidos se sumen a la causa. Es una tarea de inteligencia colectiva, red colaborativa, cooperación sostenida y de objetivos puntuales. Acá no entran el populismo ni la demagogia. Es la oportunidad de trazar el plan de país que nunca hemos tenido.  

La inseguridad debe ser enfrentada mediante un acuerdo nacional que deje por fuera los egoísmos y los intereses politiqueros y económicos, pues alguien se está beneficiando con este descalabro. Crisis para muchos y ganancias para unos cuantos. Este problema no se resuelve en soledad, porque opera el crimen transnacional organizado que guarda cierta complicidad con una clase política desorbitada, indolente e irresponsable, ya que no se ponen de acuerdo en garantizar la vida de las personas. Entre las soluciones se encuentra las alianzas estratégicas internacionales en el marco de un plan de mediano y largo plazos en inteligencia, equipamiento e inversión social.

Entonces, la solución no es, únicamente, instrumental, pues la pobreza devenida en desempleo y condiciones precarias de vida, requiere la atención urgente de segmentos de la población postergados. Esto significa diseñar e implementar un plan social con énfasis en la ruralidad, porque ahí se condesan los mayores problemas de desnutrición crónica infantil, inexistencia de servicios básicos, educación desmantelada y violencia intrafamiliar por mencionar algunos hechos. Esto no desconoce la gravedad de los sectores periféricos urbanos, sobre todo en la Zona 8 de la costa que involucra a cantones como Durán en donde se vive la ley de la selva.

No se debe naturalizar la violencia o convertirla en anécdota. La búsqueda de la convivencia pacífica debe ser incesante como práctica de vida. Esto nos demanda un mayor esfuerzo en todos los espacios que habitamos para la construcción de un objetivo común: recuperar el Ecuador de la clandestinidad y la corrupción en la que hemos caído.

Y si bien, la inseguridad es el mayor reto para el nuevo Gobierno, no puede ser una tarea exclusiva del nuevo mandatario y su equipo, sí de liderazgo. Es el momento para que los distintos sectores, gremios, colectivos, colegios profesionales, partidos se sumen a la causa. Es una tarea de inteligencia colectiva, red colaborativa, cooperación sostenida y de objetivos puntuales. Acá no entran el populismo ni la demagogia. Es la oportunidad de trazar el plan de país que nunca hemos tenido.