Contra reloj y con buena fe

Alfonso Espín Mosquera

El tiempo corre y el nuevo gobierno debe darse prisa para ir sintonizando acciones, de tal manera que antes de la posesión pueda dar ciertos pasos necesarios para que no se le venga todo encima.

Espero que aunque no lo mencionen, ya exista un equipo que esté trabajando, pues me asombra por ejemplo que no exista ya un ministro de Economía o quien vaya a hacer las veces de él, pues el presupuesto con el que va a tener que trabajar es el del gobierno saliente, una vez que eso es cosa de estos días y no hay dilatorias al respecto.

Es muy importante el viaje que está haciendo para los acercamientos con empresarios y gobiernos amigos, pero debe cuadrar cuanto antes algunos temas que no esperan las tres o cuatro semanas que le faltan para sentarse en el Carondelet.

Es verdad que el poder Ejecutivo en el Ecuador tiene mayores poderes que en otros países como Perú o Chile, pero aun así no le va a alcanzar para gobernar con la amplitud, premura y ante las varias crisis a las que se enfrentará, si no cuenta con una Asamblea Nacional  dispuesta a una agenda por el bien del país y no por sus intereses, peor todavía por la impunidad de los prófugos o el retorno en un futuro próximo, a como dé lugar, del líder de la RC.

Todos los temas ajenos al bienestar de la nación y por tanto relacionados con la impunidad o las trincas politiqueras, en el afán de hacerle perecer al nuevo gobierno, como ‘condición’ del retorno de quienes estuvieron 10 años a su antojo en el poder, deberían tener la categoría de rojos, esto es de prohibidos para cualquier movimiento político decente y con ganas de recomponer la Patria. No olvidemos que Noboa, por las circunstancias en las que llega, asoma como de transición, sumado al corto tiempo de mandato que tiene, aproximadamente la cuarta parte de un período normal.

Los errores de Lasso son una gran lección para el joven mandatario electo y por ningún motivo puede confiarse pensando en sus grandes capacidades, o en que tuvo un éxito electoral como presidente de la República a los 35 años de edad.  Ciertamente debe ajustar sus proyectos al centímetro y en contra reloj, no por apresurarse, sí porque se sienta un cambio que afronte lo críticamente fundamental, como la violencia e inseguridad, sin creer que los otros campos no son también urgentes.

Estamos en un compás de espera para conocer las decisiones del nuevo mandatario, sabemos las terribles condiciones del país, pues vivimos un crítico y particular momento de la vida nacional y, justamente estos duros golpes: la corrupción, la inseguridad, la crisis económica, social, la educacional y cultural en la que nos movemos, nos exige a todos, mucho más a los asambleístas y personeros del gobierno, deponer las disputas perversas, el oponerse sin razones, con el afán mal intencionado de buscar el fracaso del nuevo presidente, porque su derrota, será la derrota del país.