La torre de Babel

Alfonso Espín Mosquera

El vestido, las canciones del momento y más, determinan una moda; pero en la actualidad a través de las redes sociales: los tiktokeros, influencers y más ‘creadores de contenido’ nos dejan una cantidad de actitudes y comportamientos, muchos de ellos aberrantes y disparatados.

En el lenguaje, no solamente los actores de las redes sociales, sino los llamados “revolucionarios del siglo XXI”, se dieron en decir: compañeros y compañeras, amigos y amigas, creyendo que se volvían simpáticos con los electores y también inclusivos y por tanto, de ‘última moda’.

La gente sin instrucción, ignorante de las reglamentaciones del idioma, por cierto, cree que usar ciertos modismos le dan estatus, pues es común escuchar entre algunas jovencitas: con eya, de eya, para eya, en lugar de con ella, de ella, para ella; es decir, reemplazando la y por la ll o por un aceptado sheísmo, que quienes desconocen suponen que eso el ‘longo’ y por tanto se aferran a los errores crasos.

Lo mismo ocurre con esas generalizaciones de ellos y ellas, presidentes y presidentas, sin conocer que la RAE ha indicado que el uso de la ‘e’ para sustituir a la ‘a’ y la ‘o’ es innecesario y ajeno al español, pues es una gran equivocación que en una misma expresión se digan ecuatorianos y ecuatorianas, quiteños y quiteñas, pues en nuestro idioma el plural masculino incluye a los dos géneros gramaticales y ese afán de hacer distinciones entre el femenino y el masculino, solamente es válido cuando el masculino y el femenino son dos palabras completamente distintas, por ejemplo damas y caballeros, toros y vacas, hombres y mujeres.

En el Español existen los principios activos como derivados verbales, tal es el caso de estudiar con su principio activo estudiante o de cantar, con cantante. En el caso del verbo ser el principio activo es ‘ente’, quien es el ser, es el ‘ente’, por tanto al nombrar a una persona con la capacidad de ejercer una acción, se le adiciona la palabra ente, por ejemplo la de presidir, será  el presidente, sin importar su género, igual que a quien canta sea hombre o mujer se le dice cantante, no cantanta, pues no existe esa palabra; otra caso es el del verbo estudiar, pues a quien ejerce la acción de estudiar se le dice estudiante no estudianta, aunque fuese mujer.

No se trata de sexismo del idioma, luego amigue, amiguis, bienvenides, y otros desatinos no son formas inclusivas, sino daños y errores del idioma y quienes hablamos el castellano, debemos mantenerlo válido y con un mínimo de reglamentación para no llegar a una “torre de babel”

Ser inclusivos implica adaptar los negocios, los comportamientos, las construcciones, la vida misma, al compromiso de superar las barreras de las llamadas discapacidades y encontrarnos con los demás, tengan o no idénticas capacidades, sin distingos y no como un favor o una caridad, sino como otros más, parte del conglomerado social.

Bueno que existan tiktokeros, influencers y que muchos niños quieran ser famosos en esas lides, pero que los contenidos que nos presenten sean válidos y constructivos para generar una sociedad más humana y justa.