Duros momentos

Alfonso Espín Mosquera

Estamos en un momento muy complejo por toda la ola de violencia, por el narcotráfico reinante en muchas esferas de la vida nacional y por las circunstancias económicas que vivimos los ecuatorianos.

Enfrentar a la delincuencia en la magnitud que se ha presentado significa cubrir varios frentes porque son muchas las bandas delincuenciales que, financiadas desde fuera, actúan tratando de causar el terror en la ciudadanía, y eso  quiere decir mucho dinero.

Desde que se decretó el estado de excepción y los militares junto con la policía hacen presencia cierta en las diferentes ciudades, toman control de cárceles y se baten contra los delincuentes que se esconden maliciosamente para ejecutar sus fechorías, la ciudadanía siente algo de seguridad, pero esta lucha armada significa costos altísimos, que sonsacan cualquier presupuesto, porque se necesita  por todos los frentes municiones, logística, estrategias e inteligencia militar y, definitivamente, van mermando los escasos recursos que hoy por hoy tiene el Estado.

Hace pocos días sufrimos la muerte del fiscal César Suárez, perpetrada en una vía de la urbe porteña con total saña y a sangre fría y, como este crimen hemos vivido otros y, desgraciadamente, nos vamos acostumbrando a recibir esas nefastas noticias, como parte del desarrollo de la vida en nuestro país.

Las noticias ciertamente son alarmantes: atentados, intentos de bombas, vehículos incendiados, asaltos y hasta crímenes que terminan con la vida de gente inocente, como parte del día a día.

A lo anterior se suma y de eso no debemos descuidarnos, el seguimiento que la Fiscalía hace a tanto malhechor que ha delinquido en perjuicio de la nación, como los sindicados en el caso Metástasis, de los cuales dos fueron repatriados desde Panamá y no se entiende por qué han ido a la Cárcel 4, cuando sus delitos, sobre todo los del imputado Salcedo no son los de alto funcionario público y por lo tanto debería guardar prisión como cualquier delincuente común.

El gobierno, si decide amarrarse los pantalones, debe entrar en las cárceles y sin miramientos y peor exigencias de las bandas criminales que operan en el país y el exterior, mezclar indiscriminadamente a los diferentes detenidos, justamente para evitar las afinidades y la organización perversa de los detenidos

Son días muy difíciles y no cesarán en poco tiempo y tampoco es obra solamente de las fuerzas del orden, sino del sistema judicial, para que no signifique un juego burlesco las esforzadas acciones de la milicia y la policía, pues no es correcto que después de lograr la detención de los maleantes, sean puestos en libertad en uno o dos días. Noboa tendrá que pensar en donde guardar a los delincuentes porque el sistema carcelario ha colapsado y con prontitud se debe gestionar las cárceles en alta mar u otras posibilidades para lograr los fines que el país entero busca.

Por su parte los políticos, los asambleístas y los miembros de los diferentes movimientos, deben deponer sus astucias e intereses politiqueros en este tiempo en el que se necesita la unidad en contra del terrorismo y toda forma de crimen. No es concebible que se aproveche el momento para pescar a río revuelto o para granjearse las simpatías de algún sector ciudadano, sobre todo de parte de los políticos que estando sentenciados se encuentran prófugos y no conocen la vergüenza.