Acuerdos nacionales

¿Cuánto nos cuesta salir de la zona de confort, pese a que esta misma zona profundiza con acelerada velocidad y sin escrúpulos la crisis en sus diversas facetas: económica, política y social? ¿Será, acaso, que nos acostumbramos a vivir en el caos político con todas sus consecuencias? ¿Por qué los partidos y movimientos tienen tanta dificultad para reinventar su accionar y se revalidan desde los mismos y viejos vicios: clientelismo, caudillismo, populismo y se orgullecen, además, de su ignorancia en temas esenciales a cambio de una retórica barata?

Son las mismas preguntas de toda la vida o por lo menos desde que tengo memoria política. En otras palabras, cambian de vez en cuando los actores, pero las prácticas políticas siguen siendo las mismas, incluso algunas perfeccionadas para deteriorar aún más el sistema político. Por eso, se va perdiendo hasta la fe. En consecuencia, si la realidad política se repite, entonces, hay maneras institucionalizadas de subsistencia y conveniencia por parte de algunos actores y sectores. Desde este punto de vista, el caos es una forma de vida y lamentablemente es el escenario para quien gobierne en cualquier periodo.

Frente a este dilema hay dos vías: desatar el nudo o cortarlo de una vez y por todas.  Ya no cabe el primer caso, pues giraríamos alrededor del mismo problema, mientras que la segunda alternativa es inevitable o corremos el riesgo de heredar a las siguientes generaciones una situación mucho peor. Es necesario un acuerdo nacional para contar con una política de verdaderos partidos, hacer de la seguridad social un elemento de estabilidad, combatir la desnutrición crónica infantil, evitar que nuestras niñas y jóvenes posterguen y maten sus sueños por embarazos precoces y generados por violencia, apoyar una educación universal y de calidad por lo menos para el bachillerato, regresar a mirar el agro y la convivencia pacífica.

Estos son los acuerdos que queremos: dignidad, acceso a educación, salud, trabajo digno. ¿Qué están haciendo los políticos para lograrlo? ¿Y qué estamos haciendo nosotros para exigirles?