China: el acuerdo más prometedor y más arriesgado

Al concretar el acuerdo comercial con China —algo que no se ha logrado con el resto—, el Gobierno ecuatoriano demuestra que no le tiene miedo al riesgo. El entendimiento con el gigante asiático constituye uno de los más prometedores, pero también uno de los que más sacrificios le impondrá al país.  

Los beneficios se sentirán rápidamente. Los productos ‘estrella’ dejarán de pagar los elevados aranceles que enfrentaban —solo por ello se espera un aumento de $1.000 millones en exportaciones—. Nuestro sector agrícola y de servicios —dependientes de insumos y tecnología china— mejorarán su productividad y ritmo de transferencia de conocimiento. A todo ello, se le deben sumar ‘ganadores inesperados’ —nuevos productos, nuevos sectores— que surgirán en un futuro con total seguridad, pero que este momento nadie alcanza aún a vislumbrar.

No obstante, vale la pena tener presente los riesgos y buscar la manera de mitigarlos. La relación comercial entre China y Ecuador es de aquellas en la que una parte aporta solo productos agrícolas y la otra productos elaborados. La desgravación paulatina poco sirve ante una China en pleno ascenso tecnológico-productivo y conocida por su estratégica paciencia: varios sectores de manufactura ecuatoriana están condenados y hay que empezar a trabajar en la necesaria transición. Nuestra oscilante balanza comercial con dicho país puede también verse sacudida por una inundación de bienes de consumo de bajo costo. Por último, el comportamiento de China hacia los países pequeños que percibe como dependientes amerita permanecer siempre alerta. Ahora la decisión ya está tomada y no queda sino empezar a andar.