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Isabel, Diana y el público

La mera idea de una película acerca de la Reina Isabel II parece extraña, en cuanto que tal idea no tiene una lógica justificación. Ante todo, ella está viva y uno esperaría que tal película se hiciera sólo después de su muerte. Además, aun si ella hubiera muerto, no habría ninguna razón importante para hacer un film acerca de ella, pues no ha estado asociada con ningún gran éxito ni escándalo, a no ser lo referente a su difunta nuera, Diana Spencer. Tampoco ha sido especialmente popular -ni impopular- entre el público inglés o en el mundo.

¿Entonces, cuál es la razón para tal película? El guionista Peter Morgan ha dicho, al ser entrevistado, que durante la vida de Diana y aun en su muerte, la familia real fue presentada exclusivamente en su relación con ella. Los acontecimientos que siguieron a su deceso fueron especialmente dramáticos, revelando cuán profundamente la familia real estaba en conflicto con el público inglés. Aunque Diana, con su divorcio, ya no era miembro de la familia real, el público demandó un funeral real e interpretó el silencio de la Reina como indiferencia al sentimiento público. El resentimiento que resultó fue magnificado en extremo por la prensa.

Morgan dice que siempre ha tenido curiosidad de saber lo que este episodio de la historia inglesa significa desde la perspectiva de la Reina, y con mucha audacia, lo ha dicho él con el director Stephen Frears. Lo que ha resultado con la película no es solo sobre la reina Isabel, sino un examen muy provocativo de la relación entre política, el público y la prensa.

La película empieza con la victoria para el Partido Laborista del triunfo de Tony Blair, como nuevo primer Ministro. Blair es recibido por la Reina, que por tradición y ley tiene que aprobar al nuevo líder inglés. Cuando se prepara para el encuentro con la Reina, la Sra. Blair expresa su resistencia y cinismo acerca de la monarquía inglesa. El valor de la monarquía inglesa llegará a ser un tema significativo en la película.

Unos pocos meses después, Diana Spencer (anteriormente la Princesa de Gales) muere en un choque de auto, y parece que, como W.B. Yeats lo dijo “una mera anarquía se ha desatado sobre el mundo”. Montañas de flores fueron depositadas a las puertas del Palacio de Buckingham, mientras que la misma prensa que acosó a Diana hasta su muerte, virtualmente pide la cabeza de la Reina, animando al público a culparla por la muerte de su nuera.

Lo que el pueblo pensaba en esa época fue que Isabel estaba llena de arrogancia imperial y de indiferencia hacia sus súbditos. Lo que Frears y Morgan sugieren es que el conflicto entre el público y la Reina tuvo más relación con la corrupción e incluso con la americanización de la cultura inglesa, mientras Isabel personificaba una tradición de estoicismo y dignidad, características de la sociedad inglesa una vez, hoy perdidos.

Helen Mirren ganó este año el Oscar por mejor actriz y es bien-merecido por su equilibrio magnífico de protocolo y sentimiento. Es un desempeño que hace de la Reina un simpático ser humano, pero sin sentimentalismo vulgar. Esto es muy evidente en una escena en la que ella lamenta la muerte de un venado que trató de salvar en una casería, pero sin condenar a los cazadores.

El asunto mas serio de si el apoyo público a la monarquía inglesa es justificado o no, es también tratado por los cineastas con honesto equilibrio, aunque la película no hace un debate político, pero hay humor negro al mostrar cómo Tony Blair utilizó la muerte de Diana para consolidar su popularidad política, aunque la Reina le advirtió que esto podría irse en contra de él. La semana pasada, Tony Blair renunció a su liderazgo con los más bajos índices de popularidad para un Primer Ministro desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

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Ficha Técnica

Titulo: La Reina
País: Inglaterra
Año: 2006
Director: Stephen Frears
Guionista: Peter Morgan
Actores: Helen Mirren, Michael Sheen, Alex Jennings
Tiempo: 103 minutos
Calificación: ***