Día Quinto

Día Quinto
Día Quinto

1 Oración

Padre de toda la humanidad,
ilumina a hombres y mujeres de nuestro siglo.

Dispón nuestros corazones,
para que, con humildad,
acojamos a Jesús y lo recibamos
como Salvador de cada persona y de todo nuestro pueblo.
Concédenos tu Espíritu,
Para que esta Navidad
sea el comienzo de algo nuevo en nuestra vida.

Ayúdanos para que el día de Navidad
no sea un día como tantos otros,
que a veces discurren
en medio del egoísmo y de la lucha fratricida.

Que el día de Navidad sea un encuentro personal contigo.
Que, contemplándote en la gruta de Belén,
tan despojado de todo,
nos liberamos del orgullo, que no nos deja ser felices,
de tanta preocupación material, que nos impide verte a Ti,
de toda corrupción, que nos entorpece y deshumaniza,

Ayúdanos para que nos revistamos
de los mismos sentimientos de Cristo Jesús
y logremos ser mujeres y hombres renovados a su imagen

Amén.

2 Consideraciones

Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida que lleva también María durante el mismo espacio de tiempo.

María no cesaba de aspirar el momento en que gozaría de esa visión beatífica terrestre, la faz de Dios encarnado.

Estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a leer el amor en aquellos ojos cuyos rayos debería esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura.

¡Tal era la vida de expectativa de María! Era inaudita en sí misma, mas no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda vida cristiana. No nos contentemos con admirar a Jesús residiendo en María, sino pensemos que en nosotros también reside por esencia, potencia y presencia.

3 Reflexión

Jesús, antes de nacer, ya hace sentir su presencia salvadora. ¡Navidad es precisamente esto!: aceptar que Jesús está aquí con una presencia que salva. La salvación es el motivo de la esperanza y de la alegría.

Las madres pueden sentir los movimientos de sus hijos en su vientre. Se preparan para recibirlos. Ellos vendrán a despertar sonrisas y abrir esperanzas en los hogares. Esto obliga a que cada cristiano se comprometa a la defensa de la vida y a la búsqueda de la felicidad del prójimo.

Puede ser que dentro de nuestras propias familias o nuestro entorno una vida esté en peligro por temor a prejuicios de la sociedad, por escasez de medios económicos o simplemente por el egoísmo. No seamos indiferentes y ayudemos a que la vida siga su marcha. Así prepararemos el camino al Niño Jesús.

Meditación (leer con calma estas preguntas):

* ¿Nos parece que nuestras familias, nuestra sociedad, nuestros gobernantes defienden suficientemente la vida?

* ¿Estamos dispuestos a dar vida y a recibir la vida, con generosidad y entrega?

* Niños y jóvenes reclaman mayor educación sobre la vida. ¿Qué nos parecen los programas de educación sobre la vida que promueven las escuelas y colegios?

4 Preces

Al Dios de la vida que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad que Jesús nos trajo, confiémosle nuestras súplicas diciendo:

“ Señor, haz que seamos portadores de vida.”

i. Tú que enviaste a tu Hijo Jesucristo para que tengamos vida y la tengamos en abundancia, ayúdanos a defender la vida en todas sus etapas. Oremos.

ii. Tú que elegiste a María, mujer pobre y sencilla, para que fuera la Madre del Salvador, mira con bondad a todos aquellos padres y madres que luchan por alimentar y educar a sus hijos a pesar de la pobreza y las limitaciones. Oremos.

iii. Tú que nos enseñas a ser misericordiosos, bendice la labor de tantas comunidades y organizaciones que defienden la vida de los migrantes, huérfanos, ancianos, víctimas de la violencia, discapacitados y demás grupos vulnerables. Oremos.

iv. Se pueden añadir otras intenciones propias de la familia o comunidad.

Escucha benigno, Padre Nuestro, la oración de tus hijos e hijas en este quinto día de la novena en honor de tu Hijo Unigénito, que vino al mundo rodeado de tantas privaciones materiales, pero rico en amor y en vida para toda la humanidad. Por Jesucristo Nuestro Señor.

5 Oración final

¡Oro, incienso y mirra!

Jesús Salvador, ¿qué podremos ofrecerte?

Niño Rey, te traemos
el ORO de nuestra tierra
y el oro de nuestros corazones.
Hoy queremos darte lo mejor de nosotros mismos
Cierra tus ojos ante nuestra pobreza y pequeñez;
ábrelos para que contemples nuestra ternura
y nuestro deseo de ser buenos
para amarte a Ti y a todos cuantos nos han dado como hermanos.

Niño Dios, te traemos
el INCIENSO de nuestra alabanza,
unida al canto alegre de los pájaros.
Te alabamos con las luces de todos los luceros,
con el agua que brota de las fuentes generosas,
con la fuerza vital del universo infinito.

Niño Dios hecho hombre,
traemos la MIRRA de las ilusiones de nuestros niños,
la paciencia y el dolor de los enfermos
la lucha y el trabajo de mujeres y hombres,
todas nuestras esperanzas y nuestros sueños,
el amor de nuestra familia..

Perdona, Niño Rey, Dios Hombre,
todo esto es una nada;
pero lleva como sello un enorme
¡TE QUEREMOS!

Amén.

6 Villancico