La malaria canta victoria en el Chocó

Las inundadas aldeas del río Atrato son caldo de cultivo para los mosquitos del paludismo. (Jesús Abad Colorado)
Las inundadas aldeas del río Atrato son caldo de cultivo para los mosquitos del paludismo. (Jesús Abad Colorado)

Por Constanza Vieira y Diana Cariboni, enviadas especiales.

«Esto está lleno de paludismo», dicen una docena de hombres en botas de goma y metidos en el agua que anega el poblado de Tanguí, sobre el río Atrato de Colombia.

Es la quinta inundación este año. Las 120 familias de Tanguí viven a veces de a dos y tres en las casas palafíticas.

Por la calle se avanza en canoa. Los niños juegan en el agua estancada. No hay enfermeras. Las brigadas de salud llegan «de vez en cuando» y porque las manda «el gobernador, que es amigo del alcalde», relatan los hombres.

A media hora en lancha está Quibdó, capital departamental de Chocó, corazón de esta selva tropical húmeda, ideal para los mosquitos transmisores del paludismo o malaria.

Cada vez hay más casos

«La malaria no nos ha disminuido. Estamos con pequeños brotes, incluso en sitios donde hace dos o tres años no se presentaban», dice José Dolores Palacios, del Programa de Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles por Vector de la Secretaría de Salud del Chocó.

Son 58 casos en comunidades del río Bebará, municipio del Medio Atrato, más de 90 en Managrú, cabecera del Cantón de San Pablo, y más de 50 en Bellavista, 228 kilómetros al norte de Quibdo.

Hasta septiembre de este año se reportaron 19 mil 971 contagios en Chocó y, en 2006, 12 mil 441, pero el aumento obedece al anterior «subregistro». Las máximas previas se registraron en 1998, con 31 mil 713 casos, y en 2002, con menos de 32 mil, indica Palacios.

Problema público

Un paciente con Plasmodium falciparum, el más virulento de los cuatro tipos de paludismo, sufre un episodio febril cada tres días y así no puede trabajar, explica Carlos Agudelo, director del Instituto de Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia. «Mientras dure la enfermedad, la persona puede estar incapacitada 15 días por mes», dice Agudelo, quien comenta que la gente se infecta una y otra vez en las zonas endémicas, y muchos se acostumbran a trabajar con estados febriles.

Las cosas se complican

Además, «están apareciendo muchos casos complicados de paludismo vivax», advierte la epidemióloga María Victoria Valero, del Departamento de Medicina Interna de la Universidad Nacional de Colombia.

Esto lo confirma el Informe Mundial sobre el Paludismo 2005, publicado por la OMS, en el cual se señala que la malaria causa «anemia infantil y de mujeres embarazadas, bajo peso al nacer, partos prematuros y mortalidad infantil».

Campaña sin resultados

Colombia forma parte de la campaña mundial que busca «Hacer retroceder el paludismo» a la mitad para 2010, pero no parece estar en camino de lograrlo.
No resultaron ni las campañas nacionales del desaparecido Servicio Nacional de Erradicación de Malaria (SEM, creado por decreto en 1956) ni los esquemas adoptados desde 1993, cuando el país descentralizó el sistema de salud y pasó la carga a los municipios.

Soluciones que no llegan

Los pobladores de Tanguí insisten con la falta de enfermeras y la inundación. «La solución es rellenar el pueblo y canalizar las bocas del Atrato» en el mar Caribe. «Hay que canalizar abajo para que no se suba el agua», explican con impecable lógica.

Pero la lógica no asoma en el único y paupérrimo hospital de Quibdó, donde algunos pacientes duermen en el suelo, denuncia Víctor Raúl Mosquera, defensor del Pueblo de Chocó.

LA CIFRA

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Millones de colombianos, aproximadamente viven en zonas de malaria.