Es lo que quiere el pueblo, tomado como un instrumento que puede dar excelentes resultados, con verdaderos acuerdos de beneficio colectivo. Pero conocemos también del déficit presupuestario, la inseguridad, el narco tráfico poderoso y sobre todo una oposición ciega que podría ahondar los problemas.
Frente a esta realidad es necesario deponer determinadas actitudes, para lograr que el país se dirija por una senda positiva que permita que el gobierno pueda mejorar un ejercicio fiscal equilibrado.
No podemos reemplazar la convivencia nacional con una actitud truculenta, que podría dejar marcas profundas sumergidas en la incomprensión y el desdén. Debemos entender que hay que llegar a ver la necesidad de recurrir a juicios de comprensión, que permitan alumbrar el entendimiento, para lograr avanzar por un camino certero y despejar la oscuridad, que conduce a equívocos.
La lucha política obliga a ser certeros en los planteamientos democráticos abandonando posturas intransigentes como también ciertos actos políticos, que en verdad son politiqueros, los mismos que muchas veces son el embrujo impuesto a través de ideas sugestivas, pero que inducen a transitar por un camino equivocado, que representa un cambio y que al mismo tiempo deviene de la charlatanería, que lleva impregnada la musicalidad de la elocuencia de una autentica demagogia.
El momento de crisis por la que atraviesa el país no permite las críticas y condenas, como revestimiento, porque conduce a pescar a río revuelto y además es hora de sumar esfuerzos para que el diálogo fructífero en las ideas, para lograr solventar las discrepancias por el bien de la patria.