El drama del hambre y la desesperanza

NECESIDAD. Este grupo de venezolanos no tiene dónde quedarse durante el toque de queda. Deben estar cambiándose de lugar para evitar enfrentamientos con los uniformados cuando hacen los operativos.
NECESIDAD. Este grupo de venezolanos no tiene dónde quedarse durante el toque de queda. Deben estar cambiándose de lugar para evitar enfrentamientos con los uniformados cuando hacen los operativos.

Con el toque de queda los extranjeros que se ubican en los espacios públicos para descansar, son retirados en los operativos de control.

Mientras casi todas las familias estaban en confinamiento en sus hogares durante el fin de semana, cumpliendo con el toque de queda, otras permanecieron en las esquinas, en los parques, en la playa, a la intemperie y sin comer. Fue el caso de muchos extranjeros y de los esquizofrénicos que a diario deambulan por las calles de la ciudad de Esmeraldas.

Una escena de hambre y necesidad se evidenciaba la mañana de ayer, domingo 25 de abril, en el parque de Las Palmas. Ahí estaban Arianny Alvarado, su esposo Anderson Aguilera y sus dos hijas de 2 y 5 años de edad. La mujer, mientras comentada las dificultades a la que a diario se enfrenta, sus ojos se humedecían de lágrimas, porque no tenía cómo calmar el hambre de sus pequeñas, a quienes les engañaba el estómago con dos galletas y una leche escolar, que le habían regalado.

Con hambre y sin dinero

Horas antes, había instalado un fogón para cocinar un arroz, pero no pudo hacerlo porque las autoridades se lo impidieron mientras hacían un operativo de control en el balneario Las Palmas. La familia fue retirada de la playa, y se fueron a ubicar al parque. Al mismo lugar, también llegaron,  Adriana Rivera, de 20 años de edad, junto a su esposo, y otros jóvenes. No son familias, pero todos son venezolanos que han huido de la crisis económica de su país y los une la misma causa, buscar mejores días en Ecuador.

Para estos extranjeros, que se ganan la vida vendiendo caramelos, pidiendo caridad en los semáforos y comida en los restaurantes y casas, el toque de queda los aniquila, los deja sin esperanza de comer y sin obtener monedas para subsistir, debido a que no tienen dónde vender los confites, ni a quién pedir dinero porque no hay nadie por las calles. Sumado a que tampoco tienen un techo para guarecerse del frío de la noche y las madrugadas, a veces lluviosas.

Necesidades

Sin embargo, dicen que prefieren soportar todas esas necesidades en Ecuador, a quedarse en Venezuela donde no tienen trabajo y nada para comer. Para ellos, ganarse entre 7 y 10 dólares diarios, es el equivalente a lo que ganarían en una semana en su país; al mes no superarían los 40 dólares, y el dinero no les alcanza para comprar casi nada para su alimentación, comentó Emanuel Fuentes Palacios. Los dólares que consiguen lo dividen para cubrir sus gastos y enviar a los parientes que están en Venezuela.

Llegaron a Esmeraldas, porque mientras estaban en Tulcán, Quito, otros compatriotas les sugirieron venir a la Tierra Verde para que soliciten ayuda económica en HIAS. Adriana ya recibió la primera ayuda de 120 dólares, aunque está consciente que ese dinero era para rentar un cuarto, ella prefirió enviarle a su hija de 7 años que está en Venezuela, y seguir durmiendo en los portales.

Arianny Alvarado aún no corre esa suerte. Expresa su descontento porque cuando va en busca de ayuda en HIAS, le indican que la cita debe sacarla por llamadas telefónicas y no dispone de un celular. “He dormido con mis hijas afuera de HIAS pero no me atienden”, dijo.

Los extranjeros dicen ser víctimas de la delincuencia. Mientras duermen en las veredas han sido asaltados. A Alí aguilera, le robaron la mochila y lo dejaron solo con la ropa que llevaba puesta.