Luego de casi siete años, la ‘Mama Tungurahua’ despertó con furia el 14 de julio alrededor de las 17h30. Lanzó un hongo gigantesco de ceniza, fuertes bramidos y cientos de piedras incandescentes que chocaban entre sí, luego bajaban por las quebradas del flanco occidental.
Los poblados cercanos: Cusúa y Bilbao fueron los primeros blancos; el volcán arrasó todo a su paso: árboles, cosechas, animales…
Sin embargo, esa noche el coloso brindó un espectáculo único e inigualable. Talvez quiso expresar que la naturaleza siente el olvido en que vive el pueblo asentado en sus faldas y que es hora de reactivar un nuevo horizonte.