Juan Benigno Vela, un espacio para la cultura y tradición

Su calma y cultura son los principales atractivos de este lugar.
Atractivos. Su calma y cultura son los principales atractivos de este lugar.

Juan Benigno Vela cuenta con espacios arqueológicos que contrastan con la cultura de sus pueblos ancestrales.

Este territorio se separa de Santa Rosa y forma la parroquia en el sitio conocido como Pataló, vocablo que según el historiador Gerardo Nicola López significa pared enteramente de tierra haciendo alusión a algún adoratorio al Chimborazo o Carihuairazo que existió en el sector.

En un inició los territorios de Pataló y Chibuleo fueron los que solicitaron sean los nombres como parroquia, en respuesta el Concejo Cantonal autorizó la creación de esta división bajo el nombre de La Libertad en 1905.

En Juan Benigno Vela aún hay vestigios arquitectónicos de las culturas pre incas que habitaron en el sector.

Este intento de parroquia trajo un conflicto que duró varios años, donde políticos de la provincia hicieron todo lo posible para que estos sitios no alcancen la declaratoria, pues se decía que perjudicaría a Santa Rosa.

El 26 de noviembre de 1932 se declararon como parroquia estos territorios bajo el nombre de Juan Benigno Vela.

Vestigios de culturas pre incas

Juan Benigno Vela tiene un 70% de habitantes indígenas, aspecto que se transmite en la cultura y colores que le dan a este sector, donde aún sobreviven los vestigios arquitectónicos de las culturas pre incas que habitaron en el sector.

Uno de los espacios más importantes y que se espera recuperar en los próximos años es un sitio que tiene algunas construcciones que fueron utilizadas como viviendas, muros grandes y lo que parecen ser un lugar donde fueron enterradas vasijas y según algunas presunciones, personas y animales.

En este lugar ubicado en el medio de las montañas, pero con una vista privilegiada de 360° se pueden encontrar en cada paso pedazos de vasijas, piedras de moler y huesos. Además de varias rocas que son parte de varias terrazas.

Juan Benigno Vela tiene un 70% de habitantes indígenas.

También se puede encontrar un espacio que fue construido a modo de pucará, lamentablemente este lugar fue utilizado para el sembrío hace algunas décadas atrás, destruyendo vasijas y borrando vestigios de esta cultura que se presume fue pre inca.

Desde hace algunos años se paró la siembra en este lugar, pero existen evidencias que en las últimas semanas los saqueadores han cavado y se han intentado llevar varias cosas del espacio.

La Junta Parroquial está realizando las gestiones pertinentes para que el sitio sea estudiado y en algún momento se convierte en un espacio arqueológico de enseñanza.

Los tejidos

José Sisa tiene 60 años y lleva el arte del tejido en sus manos, nació en Chibuleo San Francisco, su niñez la pasó entre el amor de sus padres y la libertad del campo. “Siempre manteniendo nuestras tradiciones y cultura, nuestra lengua materna es el quichua y con el tiempo aprendimos el castellano”, contó.

De sus años de niñez y adolescencia recuerda que eran pocas las personas indígenas que entraban a la escuela, sin embargo, él lo logró y llegó hasta graduarse de la universidad y obtener educación de cuarto nivel, además de ocupar varios cargos, donde ha luchado por la educación de los pueblos de Tungurahua.

 Sus padres también tejían, pero con el tiempo los telares desaparecieron y José se olvidó de esta parte, pero en uno de los cursos de docencia en Cotacachi, conoció a nuevos amigos que sabían tejer, es ahí cuando decidió recuperar el legado de sus padres y recordar, con la ayuda de sus compañeros, la técnica del tejido.

Hicieron un telar y con el acompañamiento de un experto pulió su técnica y comenzó a tejer por su cuenta, ahora elabora ponchos de diferentes modelos y materiales. “Hemos enseñado a otros amigos y regalamos un telar para que practiquen, lo que yo he aprendido se debe compartir, por eso algunos conocimientos y ciencias de nuestros antepasados se perdieron”, comentó.

Un poncho puede llegar a costar más de 100 dólares, pero en la actualidad varios jóvenes y líderes prefieren que se confeccionen con hilo de borrego o alpaca, lo que podría subir el precio hasta los 200 dólares.

Su gente

Mesías Guanoluisa tiene 33 años y es el presidente de la Junta Parroquial de Juan Benigno Vela, creció en la comunidad de Pataló Alto, desde joven trabajó en varias cosas, entre ellas de comerciante en la Amazonía hasta donde se fue a probar suerte cuando terminó el colegio.

Siempre estuvo cerca del arte y del rap, donde vio una oportunidad para expresarse de manera frontal, cuando se mudó a Quito se acercó al movimiento hip hop, donde se relacionó con algunos artistas y logró grabar temas que eran cantados en algunas partes en quichua.

“Grababa en Otavalo, a mí me gustaba mezclar el español con quichua, con el tiempo comencé a aprender sobre ritmo, tiempos y demás, fuimos a Chile y Perú”, contó.

Guanoluisa ahora es profesional y además escribió su libro de poesía  ‘Entre epifanías y quimeras’, que fue presentado en la feria del libro del año pasado.

Nancy y María Sisa son del pueblo Chibuleo, ellas tienen un puesto en la feria del sector, aquí venden los bordados que van en las blusas de la vestimenta tradicional, cuentan que esto es algo que viene desde la casa, pues desde pequeñas lo hacían para sus prendas.

“Es una tradición que nos enseñó nuestra madre y que hasta ahora se la pasa entre generaciones”, contó Nancy.

Los diseños dependiendo de su complejidad pueden demandar desde 24 horas de trabajo hasta más de un mes.

Belén Taboada tiene 28 años, es arquitecta y nació en Juan Benigno Vela, para ella lo mejor es poder crecer rodeada de naturaleza y cultura. “Como vocal de la Junta Parroquial mi idea es revitalizar la identidad del pueblo Chibuleo y colaborar entre quienes vivimos en la parroquia”, aseguró.

Taboada ha sido una participante activa de la festividad de los ‘Reyes Magos’, aquí se escogen una Doña y un Caporal, ellos van vestidos con prendas ancestrales.

“Es una fusión de las costumbres andinas con la religión, aquí se dramatiza cuando Herodes mandó a sacrificar a los niños y hay una parte en la que el Caporal y la Doña junto a las ‘camamulas’ recorren las casas de los actores que participarán en la dramatización de las escenas de esa historia”, contó.