Hilado a mano, una tradición en peligro

La técnica de hilado parece sencilla, pero es más difícil de lo que parece.
MUESTRA. La técnica de hilado parece sencilla, pero es más difícil de lo que parece.

Un palo de sigse girando entre las manos de una mujer Salasaca parecería algo común. Este arte que está pasando desapercibido podría perderse y con él, toda la habilidad y riqueza cultural que esta costumbre trae consigo.

No es una novedad ver a mujeres que caminan por las calles de la parroquia llevando su chonta, el sigse y el guango de lana que no deja de rodar hasta convertirse en hilo.

Los dedos de estas artesanas son las que hacen la magia realidad, pues de ese delicado tocado es que depende la calidad y tipo de hilo del que se fabrican ponchos, anacos, y la conocida bayeta, que es una de las prendas más usadas por las mujeres indígenas.

Rosario Mazaquisa Caizabanda, tiene 55 años, de los que 47 ha dedicado a no dejar morir la costumbre de hilar. Desde niña, su interés por aprender de este arte despertó.

“Aprendí solita haciendo unos ovillitos cuando tenía 8 años, yo no tuve mamá y a mi madrastra le decía que me gustaba hilar, que quería aprender, pero no me dejaba, decía: ‘esta guambra va a dañar las lanas de gana’, así que me escondía para hilar”, dijo.

Esta es una de las fases del hilado, que pasa a ser. madejado.
ARTE. Esta es una de las fases del hilado, que pasa a ser. madejado.

Rosario finalmente perfeccionó su técnica cuando una de sus tías le enseñó. “Somos indígenas, tenemos que aprender para uno mismo hacer sus bayetas y anacos”, dijo Rosario.

En asambleas generales, los representantes de los 17 cabildos de Salasaca, 
instan a las nuevas generaciones a no dejar de lado sus tradicionales y 
costumbres, entre ellas el hilado a mano.

El proceso 

La técnica inicia con el trasquilado del borrego, su lana es llevada a unos tanques con agua y detergente para que puedan “blanquearse”, dice Rosario. “La lana sale grasosa y dejar en remojo le hace blanquito, si quiera es uno o dos días los que hay que tener en remojo”, aseguró.

Mientras seguía hilando, Rosario contaba emocionada la trayectoria que pasa esta materia prima antes de ser usada para la confección en alguna prenda.

Cuando ya está lavado secamos para pasarle con un cepillo de metal, como que le desenredamos y sacamos un guanguito, ese se pone en el palo de chonta y se le va hilando con el sigse”, detalló.

3 meses dura el hilado de un ovillo si el trabajo es constante y diario.

 

Sí, ¿parecía algo sencillo verdad?, pero, son tres meses de trabajo continuo los que logran sacar al menos una madeja de hilo, ahora que, si la labor no es constante, puede tardar hasta un año.

De ahí que los costos de los productos elaborados con este hilo oscilan, dependiendo de las prendas, de entre 100 hasta 500 dólares o más.

Esta ardua y minuciosa labor puede durar entre tres meses a un año, dependiendo de la constancia de quien la realiza, por eso el valor de las prendas.
Esta ardua y minuciosa labor puede durar entre tres meses a un año, dependiendo de la constancia de quien la realiza, por eso el valor de las prendas.

Temen que costumbre desaparezca

Rosario asegura que en las reuniones comunales que tienen con las personas de la parroquia, en asamblea general han tratado sobre la importancia de que las nuevas generaciones no pierdan esta tradicional actividad.

“A los jóvenes ya no les gusta hacer, sí saben, sí se les ha enseñado, pero prefieren más pasar chateando, tenemos temor de que se pierda esto que es parte de nuestra cultura, somos indígenas, es nuestra costumbre”, sostuvo.

Es que, a decir de la mujer, las jóvenes de la parroquia han ocupado su tiempo en estudios y otros menesteres, algo de lo que son conscientes, pero, anhelan que “aunque sea poquito hagan, que no dejen de hacer”, enfatizó Rosario. (MAG)