OSWALDO MUÑOZ MARIÑO: La pintura fue su salvación

OSWALDO MUÑOZ MARIÑO: La pintura fue su salvación
HOGAR. Cristina Chequer, esposa del maestro Muñoz, atesora con mucho cariño los dibujos y fotografías de su compañero.

A los 93 años partió el acuarelista más importante del Ecuador, reconocido internacionalmente.

“Fue mi compañero, amigo, profesor durante 61 años que estuvimos casados”, menciona entre lágrimas Cristina Chequer esposa del artista ecuatoriano Oswaldo Muñoz Mariño, quien falleció el pasado sábado 20 de febrero de 2016, en Quito, a los 93 años.


Tanto en el país como fuera, el nombre de este artista ecuatoriano ha sido de gran reconocimiento por su potente dibujo y sobre todo en la técnica de la acuarela. Obtuvo grandes premios, entre ellos: Primer Premio Salón Anual de la Acuarela, México (1965), Pintor de las ciudades declarados por Unesco (1978); Premio Nacional de la Cultura Eugenio Espejo, Ecuador (1999).


El ser humano


Artistas del medio local e internacional han sabido llegar con palabras de aliento a la familia del pintor, porque todos conocen de su trayectoria y experiencia. Pero dentro de sus pinceladas el maestro Muñoz Mariño guardaba un temperamento fuerte y exigente, algo que recuerdan con mucho orgullo sus hijos, ya que eso les permitió alcanzar logros a nivel profesional.


Sus tres hijos, Carmen, María Rosa y Martín viven en distintos países de Europa desde que se graduaron del colegio, esto se da porque su padre siempre se preocupó por su educación.


Según Martín, esta dedicación por querer lo mejor para ellos, fue el resultado de una situación que vivió su padre a muy corta edad: “Él a muy temprana edad perdió a sus padres (a los 12). Con todos sus hermanos tuvo que pasar de una vida muy acomodada a la miseria, de ahí es que mi padre tenía esa rabia intensa”.


Al sufrir una perdida tan grande, el maestro riobambeño se armó de valor y todo lo sobrellevó gracias a la pintura. “Creo que cuando uno es niño y sufre una perdida tan grande y pasa todo lo que tuvo que pasar mi padre, es una especie de morir y, ahí lo que le salvó fue la pintura. Pudo salir de ese agujero con su pintura, fue como su droga”, asegura su hijo.


Partida


En el año 2013, fue la última vez que tomó su pincel entre sus dedos, una enfermedad empezó a tomar su cuerpo y desde ese momento tuvo que sobrellevar una vida no tan fácil. Aunque siempre cuidada de su amada esposa este tiempo no le fue muy agradable.


“Cada vez que venía a verlo, me daba cuenta que no estaba bien, lo veía decaer. Cuando supe que falleció pude decir que al fin tuvo su descanso”, dijo Carmen.


Por su lado, su compañera de vida, su esposa Cristina puede asentir con su mirada y lágrimas que su vida no será la misma pero en medio de su pesar puedo contar que: “A Oswaldo siempre le gustó mucho oír música y como ya había perdido el oído y escuchaba con un aparato muy distorsionado dejó su discos. Pero el último mes le puse tangos y empezó a tararear y le gustaba mucho. Mi esposo murió muy tranquilo, en su casa”.


Y ahora, desde un lugar muy especial, y a lo mejor pueden ser esos paisajes del Centro Histórico, que tanto le gustaban dibujar al maestro, una nueva luz se ha encendido. Para que todos esos niños (que asistían a los talleres de su Museo), que sueñan en seguir sus pasos, sean cobijados con su pincel. (MJC)


EL DATO:


El Museo de Acuarela y Dibujo Muñoz Mariño, ubicado en el barrio San Marcos (Centro Histórico) dejó de funcionar todo el año 2015. Volverá a abrir sus puertas en abril próximo