Las huellas de Daniel Pico

Daniel Pico, artista ecuatoriano que presenta su propuesta en la Casa de Benalcázar
Daniel Pico, artista ecuatoriano que presenta su propuesta en la Casa de Benalcázar

Al mismo tiempo Daniel Pico busca sus huellas en el noise y la diabética; en los restos que dejara Babel en el hinduismo o la kábala popular, de segunda mano. En el dibujo Manga, y la joyería. En el diseño industrial y las palabras- sonidos de la lengua japonesa,

Con eso arma sus huellas. Hallando los fragmentos del espejo, donde caer y desarmar la tentación de las formas. El laberinto de su relatividad y su excitante fuga.

Visto desde aquí y ahora; desde los apuros y afanes diarios por comer o acatar la política; los dibujos y las pálidos oleos también expresan esta realidad. La de aquí y ahora de carne y fatiga. Pero como en negativo. De espalda a la realidad enemiga. Para sentirla y expresarla al revés, las agotadas formas y contenidos civiles, religiosos, afectivos, naturales. Obligado por aislamiento calculado a reinventar las señas, los balbuceos, los mitos cuando fueron originales. Antes de vestirse de fábulas; cuando se acumulaban en íconos de amontonamientos, de rumores, visiones, previsiones. En hacinamiento de datos cocinados en el miedo, la imaginación, el deslumbramiento.

La mujer por ejemplo, es vista sin verla. De espaldas a ella. Negándole la visión directa y por lo tanto el amor directo. Tocándola secretamente con esa telaraña de trazos, sombras, líneas, iridiscencias. Puesto de espaldas adrede, voluntariamente en la caverna. Así dibuja la verdad objetiva. Siguiendo sus reflejos, sus huellas. De esta manera los enigmas se sensualizan y resultan gráficos del deseo en negativo. El resultado es un trabajo voluptuoso deshilvanado en el barroquismo popular donde los bestiarios, los ángeles, los demonios se hacen y deshacen en el garabateo lírico –idílico- del deleite. Contenido, pero dando señas. Ensayando la telaraña para atrapar. Para poseer, Para atraer al abismo.

Por medio de sus dibujos y sus óleos, uno da con el sentido de la paradoja de la evasión rearmando con tinta negra la felicidad. Del descreimiento poniendo de moda la añoranza del Edén. Por medio de la muerte incluso. El arte del espasmo y el éxtasis. Donde el peligro ambiente, camuflado en misterios, anagramas y números reivindica la plenitud. Transmutación de la inseguridad en nirvana. Pesquisa de la inocencia desnuda como en el principio.

Las huellas de Daniel Pico tropiezan con la armonía, pero se niegan a hallarla todavía. Está todavía entretenido en la piel que la serpiente está mudando al fin de la era.

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