Valle Hermoso, símbolo del noroccidente

Selva subtropical, tierra fértil, llena de verde intenso, productiva generosa

HERIBERTO CANELOS

Vista del puente de ingreso a Valle Hermoso construido por el gobierno en 1980. El tiempo exige algunos arreglos.

La provincia Santo Domingo de los Tsachilas tiene mucho que contar de su área rural, con extraordinarias odiseas para la formación de las hoy parroquias y sus recintos.

Un caso especial y anecdótico es Valle Hermoso, al recordar que en plena década de l970 era hermosa selva del subtrópico, sin poblados ni caminos, situada en pleno Noroccidente que entonces era parte de la provincia de Pichincha.

El pueblo

El esfuerzo de los socios de la cooperativa agrícola Valle Hermoso que colonizó el lugar dió lugar a la formación del pueblo, que inició con una sola calle a orilla del río Blanco, justo donde hoy es acceso a la parroquia, después del puente.

Ellos aspiraban a explotar 7800 hectáreas en el sitio que todo estaba por hacerse, especialmente formación de fincas, caminos y viviendas. Pronto se notó el intenso trajinar de la gente, surgieron las primeras casas, la calle del poblado, con activo comercio los domingos, ya se comercializaba lo que producía la tierra y la madera obtenida por la tumba de árboles, que se vendía a comerciantes de Santo Domingo, Quito y Esmeraldas, era una primera fuente de generación de ingresos, aunque faltaba regulación en la explotación de la madera para evitar acelerada deforestación, eran cosas de la colonización.

Peligros

Grandes riesgos corrieron los colonos, en los desmontes era peligroso la mordedura de cualquiera de las abundantes culebras, con el agravante de falta de suero antiofídico, aparte de la gran cantidad de animales agresivos, tigre, puma, bandadas de insectos con tremendas picaduras, intensas lluvias que dificultaban el trabajo en la tierra, la formación de las fincas, falta de lugares donde guarecerse.

Las tierras

La cooperativa ofrecía los lotes de 30 hectáreas por 80 mil sucres a plazos (2500 dólares a la cotización de la época) debía laborarse con métodos rudimentarios, no se conocían por ahí equipos agrícolas, por esto el trabajo fue complicado, de todos modos sembraron café, maíz, cacao, arroz, yuca, plátano, papaya, algo diversificado para los duros comienzos.

El transporte de la cosecha era duro por falta de caminos, lograron abrir senderos para circular con mulas y llevar la producción, retraso para los campesinos en una época que ya había alguna modernización con vehículos y maquinaria agrícola, es decir los colonos hicieron sacrificios ante la adversidad para salir adelante.

La tarabita

Alguien de los colonos, emprendedor en el tiempo, instaló con su propio esfuerzo y habilidad una tarabita dos kilómetros más arriba del naciente pueblo, para facilitar el ingreso al mismo, sin usar la canoa que cruce el río Blanco; fue duro, pero interesante, el aparato se ubicaba a 25 metros de altura sobre el río, con potentes cables permitía el desplazamiento a la otra orilla, había diferencia de velocidad por el declive, en ingreso duraba 2 minutos y de retorno l5 segundos, los colonos utilizaban esperando turno, lo hacían con miedo, pero la necesidad obligaba a todo.

El puente

Las cosas no podían durar con dificultades todo el tiempo, los campesinos planificaron construir un rústico puente de madera en el sitio actual de ingreso, donde se levanta el de otras características. Manos a la obra, utilizaron madera de la zona, copal, tangaré, sangre de gallina, con entusiasmo lo trabajaron con métodos anticuados; el puente resultó estrecho, sin barandas protectoras, temblaba que daba miedo, al paso de pequeñas camionetas, que eran las únicas que podían circular.

De todas maneras algo sirvió hasta que gestiones de los colonos, encabezados por Jaime Gutiérrez “El Pichón” consiguieron que el Ministerio de Obras Públicas construya el puente moderno a inicios de l980. Aquí cabe citar algo importante, aunque ligero, el mismo Gutiérrez gestionó mejoras, como agua, calles, la parroquialización, junto con otros entusiastas colonos fue la base del progreso del poblado

Pobladores

Lo narrado es un breve esbozo del esfuerzo de tantos colonos que poblaron la hoy provincia tsachila, gente venida de recónditos lugares del país y del exterior; ellos comprendieron que su horizonte estaba aquí, aprovecharon la fertilidad de la tierra, forjaron con sacrificio la tierra selvática, el júbilo es celebrar hoy los primeros 10 años de una provincia promisoria, siempre con objetivos claros de permanente progreso.