Parra, o la antipoesía que exaspera

Controversia. Pat Nixon, esposa de Richard Nixon, junto a Nicanor Parra. Imagen que desató polémicas.
Controversia. Pat Nixon, esposa de Richard Nixon, junto a Nicanor Parra. Imagen que desató polémicas.

MIGUEL MOLINA DÍAZ

El 15 de abril de 1970, en el contexto del Festival Internacional de Poesía organizado por la Biblioteca del Congreso en Washington D.C., Nicanor Parra se tomó la foto más polémica de su vida. Eran los tiempos de la Guerra Fría y la intelectualidad latinoamericana tenía su corazón en La Habana. En la imagen se ve al antipoeta chileno junto a Pat Nixon, la primera dama de EE.UU.

“Fue un festival fatídico para él”, cuenta el poeta británico Niall Binns, “la foto de Nicanor –el antipoeta revolucionario– con la mujer de Nixon, en plena guerra de Vietnam, tuvo secuelas inmediatas: lo declararon persona non grata en Cuba, y en Chile –a su regreso– montaron un boicot a sus clases”. Según cuenta el profesor y ensayista Álvaro Alemán, esa animadversión política a Parra se sumó al rechazo que generaba su tono informal y nada solemne.

Dos años antes, Parra se encontró en Nueva York con el poeta ecuatoriano Jorge Carrera Andrade, en el Festival Mundial de Poesía que organizó en 1968 la Universidad de Stony Brook. Al parecer, Parra pidió a la persona que le debía presentar que lea las frases que decían sobre él sus enemigos y cuando le tocó leer, en su estilo, hubo una avalancha de aplausos. “Carrera Andrade no estaba muy contento con la informalidad y lo desenfadado de su poesía”, cuenta Alemán.

Binns recuerda que, en realidad, los dos poetas se habían conocido en Inglaterra: Parra estaba becado para un doctorado en física en Oxford y Carrera Andrade era Ministro Plenipotenciario de Ecuador en Londres. Sobrevive una carta, que reproduce el investigador Gustavo Salazar en su libro ‘Jorge Carrera Andrade (Cuadernos ‘A pie de página’, 2013), donde se advierte un tono amigable y cierto interés de Parra en la obra del ecuatoriano, que ya había sido elogiado por Pablo Neruda y Gabriela Mistral.

“En realidad, creo que el contacto con Ecuador fue mínimo”, dice Binns, que es uno de los principales expertos en la obra del chileno y fue su amigo personal, “sé que en algún momento pasó por Guayaquil y se encontró con Hugo Mayo”. Si bien en la actualidad Parra es una de las figuras más idolatradas por los poetas jóvenes del Ecuador, así como de Occidente, no tuvo amistades perdurables.

Aproximación

El otro acercamiento de esa época habría sido con Jorge Enrique Adoum, quién en sus memorias ‘De cerca y de memoria’ (Archipiélago, 2003) reconoce a Parra como uno de los grandes poetas de la literatura chilena, pero lo acusa de haber tenido una actitud incoherente con Neruda. “Alguna vez le dije que debía escoger entre el whisky de Pablo y su difamación de Neruda y creo que, a la larga, optó por lo segundo”, escribió Adoum. De hecho, en 1991 el ecuatoriano se excusó de asistir a la Feria del Libro de Guadalajara porque era en homenaje a Parra, aunque cuenta que en 1992 se encontraron en Chile y Parra fue cordial, ya que no conoció la decisión que un año antes tomó Adoum.

Los problemas que Parra tuvo en América Latina, signada por la política, no hicieron mella a su estatura universal de creador de poesía (o antipoesía). El reconocimiento a su obra vino de todas las latitudes, con un sinnúmero de premios y lectores. Según el poeta beat Allen Ginsberg, Parra fue superior a Neruda. Para el escritor argentino Ricardo Piglia, era uno de los grandes acontecimientos de la poesía. El poeta chileno Raúl Zurita lo definió como el autor de la obra más decisiva e influyente de la poesía escrita en castellano de la segunda mitad del siglo XX. Es uno de los mejores poetas de Occidente, dijo académico Harold Bloom. Sin embargo, la definición más memorable, es la que le dio el novelista Roberto Bolaño: “El que sea valiente, que siga a Parra”.

Carta de Parra a Carrera Andrade
Oxford, marzo de 1950

° “Aquí yace la espuma, sobre la carpeta de mi escritorio. Muchas gracias Jorge por cada uno de sus poemas y muy especialmente por sus ‘Formas de la delicia pasajera’. Usted ha querido destilar sus pensamientos en ese [motor] finísimo que es el soneto y de esa prueba lo veo salir quintaesenciado. Gracias también por esa “geografía de sueño” que ha sido su vida y más que nada por ese despertar en América; cuántos de nosotros quisieran para sus propias pesadillas un término semejante: el único posible me parece; también intuyo la belleza de esa joven que usted encontró [desnuda] en un puerto: “forma cabal, por fin te hallé”; menos riqueza hay en una red de peces que en esa muchacha a que usted se refiere; en ella ciertamente se produce el milagro de la ‘Encarnación de la poesía’.

Yo también quisiera doblar con usted la rodilla “en esa tierra del mar”. Espero poder hacerlo, aunque sea más que en sentido figurado, la próxima primavera.

¿Dejó usted Londres definitivamente? Me he encontrado con un muchacho Goldsmith que le conoce a usted; creo que anduvieron por ahí una noche grata con Pedrito de la Barra. Estudió en Oxford también y vive en la misma casa mía. Entiende el castellano y está leyendo su libro.

Quisiera poder escribirle más largamente después de haber asimilado mejor su poesía. Por el momento me limito a abrazarlo fraternalmente”.

Nicanor Parra

Encuentro. Carrera Andrade y Parra, en Nueva York, 1968. (El Fakir)
Encuentro. Carrera Andrade y Parra, en Nueva York, 1968. (El Fakir)