¿Cómo sería el mundo sin buenos libros?

Édgar Freire Rubio

Esta pregunta le hicieron al editor Mario Muchnik (Buenos Aires, 1931) y él contestó en su libro ‘Oficio de editor’ (Aleph Editora, Madrid 2011): “No muy distinto de este mundo en el que estamos viviendo. Esencialmente, un mundo inculto, cada vez con menos palabras, palabras de significado cada vez más borroso; un mundo con menos ideas, ideas cada vez más primarias, infantiles; un mundo fácilmente gobernable y más sometido, hecho de mentes cada vez más ociosas y desmotivadas; un mundo con menos objetivos, en el que, no el dolor de los viejos sino el aburrimiento de los jóvenes induciría cada vez más al suicidio. Un mundo de imágenes, no de imaginaciones, regido cada vez más por un único fin, el hacer dinero”.

Muchnik continúa en su texto: “Un mundo sin buenos libros sería un mundo agonizante y estaría más cerca de una muerte prematura. Y así hasta que el encefalograma fuera plano. Te regalo un buen libro si encuentras diferencias entre un mundo sin buenos libros y el mundo actual (…). Un mundo en el que cada vez se leen menos buenos libros se parece cada vez a un mundo sin buenos libros…”

Cada uno acoja la sesuda reflexión de este controvertido editor, cada vez que visite una librería y mire las novedades o las listas de los libros más vendidos. Les dejo como siempre esta tarea.

Entre páginas e inauguraciones
Mientras, seguiré pagando deudas. Alfonso Ortiz Crespo, donde quiera que va pone su impronta de editor y de valiosos libros. Oportunamente me hizo llegar dos publicaciones: ‘Galápagos, 40 años de patrimonio natural de la humanidad’ y ‘Pedro Vicente Maldonado: La construcción de la imagen de la Patria’. Estos textos son patrocinados por la Presidencia.

Los índices y la lectura es de agradecer. Lo malo es que estos trabajos tienen una difusión limitada. Irán a bibliotecas, embajadas o instituciones educativas, pero no llegarán a las librerías como los temas ameritan. ¡Agradezco la gentileza del buen amigo!

Reconforta saber que el Instituto Metropolitano de Patrimonio sigue apoyando iniciativas editoriales. Así me consta, al mirar y admirar las 170 páginas de ‘Quito cotidiano’ (Ed. 2018), con las fotografías de Paúl Salazar. Es un intimismo que conmueve. El libro es un tiovivo, que permite observar las diferentes facetas citadinas y humanas de la vieja urbe. ‘Quito cotidiano’ se cierra como una sabrosa guinda y epílogos de Hernán Rodríguez Castelo y Vladimir Serrano. ¡Trabajo redondo! La pregunta de siempre: ¿Se lo vende o se lo regala?

‘Buscando la verdad’ es un nuevo aporte bibliográfico de Gustavo Vela Ycaza. Me llegó la pasada Semana Santa. Lectura refrescante, en medio de la toxicidad política. La palabra verdad es motivo de tres capítulos: lo que los hombres y las mujeres piensan de la verdad. Luego recorre por las páginas de la Biblia. Identifica las 328 menciones de la palabra verdad y concluye, recapitulando, un encuentro personal con Jesús. Todo en 136 páginas, ¿qué tal?

A más de unos dos años (salvo error u omisión) volvemos a encontrarnos con la amiga Gladys Jaramillo Buendía. Viejo afecto, que no ha fenecido con el paso del tiempo. Nos ha contado la noticia de que el Gobierno de Pichincha quiere retomar el concurso de literatura infantil ‘Alicia Yáñez Cossío’. Hemos tocado madera para que así sea. La cosecha fue buena y sería loable reeditar esa linda tarea. También puso en mis manos la revista América, No. 129 (diciembre, 2018). Se nota la mano del poeta Julio Pazos. Muy digna y apetecible.

Edu@news No. 143, la revista de la revista Fidal, me llegó oportunamente. Y esta vez ‘Las mujeres se apropian de la ciencia’ es un porotazo. ¡Gracias!

Más vale tarde que nunca, pero hay que celebrar el décimo cumpleaños de la revista Rocinante. Un buen amigo me regaló tres números. Hace meses tenía el privilegio del obsequio. En la librería de la Universidad Andina hoy se vende. Me parece muy bien. La dádiva cultural hace daño ¿O no?

Uno como librero se inquiere: ¿Qué no se hace en este país para que los niños lean? Qué reconfortante que la Pontificia Universidad Católica del Ecuador haya inaugurado la biblioteca infantil Chiqui PUCE. El hospital Baca Ortiz y el Museo de la Ciudad han hecho lo mismo. ¡Si así llueve que no escampe! Todos los hospitales deberían imitar esas iniciativas.

La Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, por fin, es Centro Cultural. ¡Mis parabienes y solidaridad! No era bueno lo conventual. Hay que oxigenarse.

Felicitar a Rodrigo Páez Terán por su homenaje al bibliotecario y bibliófilo Miguel Díaz Cueva, en su centenario de vida. No he escuchado ni he leído nada del Gobierno. Pero si fuera un cantante, o futbolista hasta la Asamblea hubiera aplaudido. ¡De ‘ripley’!

Quedo en deuda con el colega Diego Caicedo, Antonio Rodríguez Vicéns, Fabián Guerrero, Mariana Neira, Jaime Naranjo, ALAI y el CAAP. Espero que en julio pueda saldar esta cuenta. ¡Hasta luego!