Testimonios revelan la efectividad de la equinoterapia en personas con capacidades especiales.
Narcisa Delgado nunca se imaginó que un animal de cuatro patas le podría cambiar la vida. Antes de conocer el potencial terapéutico de los caballos ella vivía sumida en el estrés por no saber cómo manejar la condición especial de su hija, Daysi, quien tiene Síndrome de Down.
La mujer de 57 años cuenta que antes de que su pequeña se sometiera al tratamiento con equinoterapia, a ella le costaba socializar con otras personas y tenía miedo al contacto con el mundo exterior.
Lo que el médico le recomendó para hacer en casa no estaba dando el resultado esperado, así que decidió buscar otra alternativa.
Ya son dos años que lleva asistiendo al tratamiento con caballos. Dice que notó en su hija cambios en su comportamiento de 180 grados.
Ahora la niña ya no tiene temor a las personas, es más sociable e incluso logró una mayor coordinación en sus movimientos.
Daysi tiene cinco años y monta a caballo sin problemas con una sonrisa que esboza de oreja a oreja. Hoy es una niña más independiente y segura de sí misma. “Yo he visto bastante adelanto y desenvolvimiento en mi niña”, dice Delgado.
Un caso parecido es el que atravesaba Ligia Espinoza. Su hijo, de ocho años, tiene parálisis cerebral y desde que asiste a las terapias se volvió un niño más sociable.
Ahora le gusta el fútbol y espera con ansias que llegue el martes, pues sabe que en los caballos ha encontrado la herramienta adecuada para mejorar su calidad de vida y la de su familia.
Servicio comunitario
La pequeña es parte de un grupo de 25 personas que integró el Gobierno Autónomo Descentralizado de Tumbaco. Todos los martes por la tarde llega al parque de Guápulo en donde recibe el tratamiento con caballos, terapias de lenguaje y musicoterapia.
Este servicio es parte de un convenio acordado entre Policía Nacional, Ministerio del Interior, Ministerio de Inclusión Económica y Social y el Servicio de Gestión Inmobiliaria del Sector Público (Inmobiliar), este último organismo es el encargado de la administración del parque.
El sargento primero, Luis Chinchero, es uno de los terapistas que trabaja con los cuatro equinos y también es el encargado de musicoterapia.
El uniformado indicó que el servicio es gratuito y que está disponible tanto para fundaciones sin fines de lucro como para personas particulares.
Los requisitos para acceder a las terapias son contar con el carnet otorgado por el Consejo Nacional de Igualdad de Discapacidades (Conadis) y que los pacientes cuenten con un certificado otorgado por un especialista que recomiende tratamiento con caballos.
“Debemos estar seguros de que esas personas sí necesiten el trabajo de equinoterapia”, dijo.
Preparación
Chinchero explicó que el personal policial que trabaja con los caballos recibió una capacitación de 15 días en equinoterapias. El curso se lo hizo en España.
Agregó que no todos los animales son aptos para estas actividades. Los cuadrúpedos son formados desde potros para que sean más dóciles, manejables y que soporten movimientos bruscos que le pueda provocar una persona con capacidades especiales.
La Unidad de Equitación y Remonta de la Policía cuenta con cuatro ejemplares en Guápulo y otros seis en la base de Tambillo y continúan adiestrando más potros para fortalecer este servicio al que han denominado Cabalgando por la Vida. (FLC)
Horarios
Hasta el parque de Guápulo llegan 15 fundaciones. El trabajo se divide por semanas en dos jornadas: de 09:00 a 11:00 y de 14:00 a 16:30.
Los pacientes complementan las equinoterapias con actividades lúdicas en desarrollos de lenguaje y con musicoterapia que ayudan a resolver principalmente patologías del síndrome de Down, autismo, parálisis cerebral e incluso discapacidades motrices. (FLC)