El próximo Presidente puede provocar un ‘shock’ de empleo a través de cambios legales vía consulta popular

OCUPACIÓN. Los ecuatorianos están entre los menos optimistas de la región sobre su futuro laboral.
OCUPACIÓN. Los ecuatorianos están entre los menos optimistas de la región sobre su futuro laboral.

Se deben aprovechar los primeros meses de mandato para impulsar cambios. El dilema es si se va por un cambio de timón radical o se opta por la fórmula típica de los paños tibios.

Cuando se pregunta a los ecuatorianos sobre el mayor problema del país, la respuesta es el aumento de la delincuencia; pero si se les pregunta cuál es su principal problema personal y familiar, la respuesta va en la línea de la falta de empleo y la falta de ingresos por la precariedad laboral.

Así, según expertos encuestadores como Francis Romero, director de Click Report, la principal preocupación personal de los ecuatorianos es cómo se pueden ampliar las oportunidades de trabajo para tener un mejor presente y futuro.

En este contexto, el próximo Presidente de la República deberá actuar rápido y con decisión para impulsar cambios en la legislación laboral durante los primeros meses de su mandato, aprovechando su popularidad de la reciente elección ganada y la desesperación de los ciudadanos por soluciones a su situación económica.

De lo contrario, se caerá en la dinámica del actual Gobierno de Guillermo Lasso que, según los mismos empresarios, traicionó las expectativas que se tenía sobre su gestión.

“Creo que el Ministerio de Trabajo, encabezado por Patricio Donoso, nos queda debiendo muchísimo. Con el gobierno actual hemos estado permanentemente sugiriendo sobre la importancia de flexibilizar el Código de Trabajo; de permitirnos que la gente, al menos, no tenga el riesgo de entrar en la delincuencia por la desesperación de no tener empleo o de entrar en la informalidad”, puntualizó Diego Vivero, representante de la Agremiación de Restaurantes de Pichincha.

Cambio tibio o profundo

Ider Salgado, presidente de SD Abogados y docente universitario, explicó que se ha intentado hacer un cambio profundo de las normas laborales desde 1936, pero “no se ha podido por temas netamente políticos”.

“Lo que se han hecho son reajustes, es decir, en términos de arquitectura, solo remodelaciones. Sin embargo, lo que se necesita es un cambio absoluto de la matriz laboral, que no solo implica el cambio de Código de Trabajo, sino de todo un sistema normativo”, puntualizó.

En términos prácticos, el próximo Gobierno tiene tres opciones para impulsar cambios laborales durante los primeros 90 días de su gestión:

1 Por un lado, está el envío de un proyecto de ley a la Asamblea, lo que sería la opción menos efectiva porque, según Beatriz Bermeo, economista y consultora empresarial, “los políticos jugarán al bloqueo y a manipular las propuestas del nuevo Presidente”.

2 La segunda opción es una especie de nueva remodelación o cambio tibio que incluye un par de preguntas sobre temas labores dentro de una consulta popular amplia.

En esta opción, de acuerdo con Salgado, se podría incluir una pregunta para viabilizar los contratos de emprendimiento por etapas, dirigido sobre todo a las nuevas inversiones y a los negocios informales que necesitan flexibilidad y más facilidades.

También se puede incluir una pregunta para transformar la anticuada jubilación patronal y el reconocimiento de organizaciones colectivas de trabajo, que reemplacen a los ineficientes sindicatos que ahuyentan la inversión extranjera y tampoco ayudan a generar mejores condiciones para los trabajadores.

Pedro Romero, director de la Maestría en Economía de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), aboga porque el próximo Presidente se juegue por impulsar una reforma constitucional puntual que destrabe la posibilidad del trabajo por hora.

3 Dentro de la opción de la consulta popular, también se puede optar por un cambio radical por dos vías.

En primer lugar, se debería trabajar desde ya en una propuesta de nuevo Código Laboral para, dentro los primeros 90 días, preguntar sobre si aprueba o no toda una nueva legislación.

Según Salgado, esta opción es viable porque no se debe inventar nada. Ya existen experiencias exitosas en países como Chile y México y se las pueden ajustar a la realidad ecuatoriana.

“De cara a la consulta se necesitará mucha información a la ciudadanía sobre los principales cambios y por qué son importantes para que exista más empleo. En mi opinión, cualquier Código de Trabajo que cambie el actual va a ser bueno”, puntualizó

Otra vía puede ser la presentación de la siguiente pregunta: ¿Quiere usted que se contrate a una empresa especialista que analice las necesidades de la población ecuatoriana y se elabore un nuevo Código de Trabajo para generar más empleo en el país?

“Este nuevo Código, avalado en su elaboración por la ciudadanía, podría ser emitido mediante decreto de ley por el próximo Presidente”, según Juan Carlos Mendoza, abogado en temas laborales. (JS)

Convertir el pesimismo en oportunidad

El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de Ecuador es el cuarto más bajo de América Latina, según un análisis del Grupo Raddar y la Cámara Colombo Ecuatoriana.

Los ecuatorianos son actualmente de los más pesimistas de la región sobre su situación laboral y de ingresos.

Así, por ejemplo, con corte a julio de 2023, el 67,6% de los encuestados en Ecuador respondió que la búsqueda de empleo estaba peor que tres meses atrás y 57,1% creía que sería más difícil en los siguientes tres meses.

Esto se debe a que, dentro la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), con corte a julio de 2023, el porcentaje de población ocupada en el sector informal subió del 51,9% al 54,8% en el último año.

Actualmente, más de 5,4 millones de ecuatorianos en edad de trabajar están en la informalidad y el desempleo.

De acuerdo con Beatriz Bermeo, economista y consultora empresarial, este escenario desolador se puede convertir en el caldo de cultivo de la esperanza si el próximo Presidente tiene claro qué tipo de reforma laboral quiere impulsar, y sobre todo si está dispuesto a tomar decisiones rápidas y valientes.

“Se debe entender que no existen soluciones que sean aprobadas por todos y que en este momento se necesitan decisiones inmediatas. Si el próximo Presidente se embarca en diálogos interminables, se le acabará el periodo sin hacer nada. El sistema representativo, que en esencia significa elegir representantes para que se tomen decisiones, necesita en Ecuador a un Presidente que no le tenga miedo a cambiar de rumbo en temas laborales”, acotó.