¿Los olvidos cotidianos deben preocuparnos?

Pensar que el cerebro está mal por olvidarnos de algunas cosas es un error.
Pensar que el cerebro está mal por olvidarnos de algunas cosas es un error.

Perderse, distraerse u olvidar por instantes son parte de los procesos cerebrales. Lo grave ocurre cuando estos hechos son muy frecuentes y permanentes.

Abrimos la refrigeradora y no recordamos para qué; removemos la casa para buscar la llave del carro que tenemos en la mano; participamos en una conversación y, de repente, perdemos el hilo de lo que estábamos diciendo; nos encontramos con alguien cuya cara reconocemos, pero cuyo nombre se nos queda atorado ‘en la punta de la lengua’.

Este y otros episodios similares nos ocurren a todos casi todos los días. Y lo más común es atribuirlo a la pérdida de memoria vinculada con el paso de los años y que, en muchos casos, lleva hasta la demencia senil.

Pero, ¿deben, en realidad, preocuparnos esos olvidos cotidianos? ¿Son necesariamente un signo de deterioro cognitivo o forman parte de los procesos naturales del cerebro? Pues una nota del portal Yahoo responde que una y otra opción son posibles, dependiendo de las circunstancias.

El artículo recuerda que luego de los 65 años es muy común padecer Deterioro Cognitivo Leve (DCL), una condición en que los olvidos se hacen más frecuentes, pero que no tienen la suficiente intensidad para llegar a un diagnóstico de demencia.

Pero, ¿se puede saber si se trata simplemente de un olvido casual sin importancia o si esos despistes cotidianos son un indicio de deterioro cerebral?

Según los neurólogos, en muchas ocasiones esos ‘olvidos‘ no tienen que ver con el deterioro cognitivo sino con una función natural del cerebro que interrumpe el pensamiento y nos hace perder el hilo. Mucha gente suele creer que tiene deterioro cuando aparecen estos lapsus de pensamiento, pero no siempre es así.

“Todos tenemos momentos en los que el nombre o el título de una película está justo en la punta de la lengua, pero esos eventos son diferentes de los tipos de lapsus que pueden ser señales de advertencia de demencia”, apuntan expertos en geriatría del hospital Johns Hopkins.

Como se sabe, nuestra memoria es selectiva. “Olvidar es una función normal del cerebro, es algo fisiológico porque si lo recordáramos todo sería un grandísimo problema”, asegura el doctor Alberto Villarejo, del grupo de Neurología de la Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Los investigadores creen que podría tratarse de una función de adaptación del cerebro. Este mecanismo para detener la acción y el pensamiento, podría haber evolucionado hace mucho tiempo como una manera de “resetear” nuestra cognición y permitir que se centre en algo nuevo.

Es decir, que existen diversas teorías y factores que pueden desencadenar esos despistes. Por un lado, el olvido de lo que estábamos a punto de decir puede deberse a que «un acontecimiento inesperado borra lo que estábamos pensando». Puede ser un ruido, como el teléfono, el timbre de la puerta, el ladrido de un perro, o el llanto de un niño… También por alguien que pasa muy cerca nuestro y nos sobresalta.

Ante este imprevisto, el cerebro se para en seco y todos sus pensamientos cesan momentáneamente para valorar la gravedad o importancia de ese evento distractor. Es un sistema de frenado natural o lo que los psicólogos llaman, el ‘descarrilamiento del tren de pensamiento’.

Un fenómeno con un curioso nombre que se debe a que «las ideas, a lo largo de un discurso, están unidas unas a otras, como los vagones de un tren y una distracción puede hacer que perdamos el hilo de nuestros pensamientos», según publica La Mente es Maravillosa.

Y el responsable del descarrilamiento de nuestras ideas es el sistema de frenado del cerebro, el mismo que nos hace quedarnos paralizados cuando se produce algo inesperado en la vida diaria que nos sobresalta, como, por ejemplo, el sonido de pito de un carro cuando vamos a cruzar una calle.

Hay evidencias de que el mismo sistema del cerebro que participa en la interrupción del movimiento de nuestro cuerpo es el que también interrumpe el pensamiento y nos hace perder el hilo.

Otra de las causas de estos despistes cotidianos tiene que ver con la ubicación espacial. «Si estoy en el salón y voy a la cocina por unas tijeras, cuando cambio de estancia ya he salido del lugar donde se creó el recuerdo, por lo que este se desvanece. Si no recuerdo que he ido a por las tijeras, la mejor técnica es volver al salón”, añade Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y experto en salud cerebral.

Por eso, «no recordar dónde se ha dejado el celular no es un problema de memoria, sino que uno lo deja cuando estaba haciendo otra tarea y lo hace de modo inconsciente”, apunta el Dr. Villarejo.

También entran en juego otros factores como el estrés; un día muy ocupado, dormir mal e incluso algunos medicamentos, que pueden causar ‘interferencias’ en nuestro cerebro.

Signos de alarma

Ahora bien, lo anterior no evita que, en ocasiones, el olvido deje de ser un mecanismo de optimización cerebral para dar pistas de un claro deterioro cognitivo. Y es que cuando alcanzamos una edad avanzada, el rendimiento de nuestra memoria suele sufrir un declive. Este fenómeno, tal y como se dijo, se conoce como “deterioro cognitivo relacionado con la edad” o “trastorno cognitivo leve (DCL)”. Y se trata de un olvido común que ocurre en personas sanas.

Es normal que las personas que lo experimentan se quejen y muestren su inquietud pero se trata de un proceso natural, no patológico, que la afecta a la memoria cotidiana (no recordar que teníamos una cita o dónde hemos dejado algún objeto) sin alterar ninguna otra función cognitiva. Por lo que el impacto en la vida del individuo es mínimo.

La cosa cambia cuando además de fallos en la memoria, empiezan a aparecer problemas de comunicación, de orientación, de razonamiento y de conducta. Por ejemplo, de vez en cuando, todos olvidamos qué día de la semana es, pero lo recordamos enseguida. Por el contrario, si no sabes qué día o qué hora es (aunque intentemos averiguarlo) y no puede recordar citas a pesar de ponerlas en el calendario o haber recibido numerosos avisos por parte de la familia… malo. En estos casos probablemente estemos ante una demencia. Por eso es importante no esperar y acudir al especialista en cuanto detectemos estos pequeños cambios, antes de que lleguen episodios de agresividad, desconfianza o actos inapropiados.

Es normal poner las cosas en el lugar equivocado, darse cuenta del error y volver sobre nuestros pasos para recuperarlas. Lo que no lo es normal es ser incapaz de averiguar dónde podrían estar esas pertenencias perdidas, poner las cosas en lugares cada vez más inusuales y sospechar, sin evidencia, que las personas que viven contigo te las han robado.

Otra situación muy común es perderse mientras conduces, caminas o vas en transporte público a un lugar nuevo. Pero conducir o caminar durante mucho tiempo sin darse cuenta de que estás perdido u olvidar por completo dónde estás, y no pedir ayuda, podría ser un signo de demencia. Como también lo es desorientarse en lugares familiares o perder la capacidad de leer un mapa o seguir las señales de tráfico.

El reconocimiento precoz del DCL es muy importante, porque, en algunos casos, existe una causa tratable y permitirá incluir medidas preventivas, medidas terapéuticas y planificar los cuidados. Entre las medidas preventivas y terapéuticas frente al deterioro cognitivo, destaca el papel de la intervención nutricional que puede ayudar a preservar la salud cognitiva en estos pacientes el mayor tiempo posible.

En definitiva, la mayoría de las veces, los lapsus de memoria no son motivo de preocupación. Pero si los despistes van a más y está preocupado por usted o por un ser querido, vale la pena hablar con su médico. (DLH)

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