El color regresa a los vitrales de la Basílica de Quito

Patrimonio. Los vitrales de la Basílica del Voto Nacional se encontraban en mal estado.
Patrimonio. Los vitrales de la Basílica del Voto Nacional se encontraban en mal estado.

La Basílica entra en mantenimiento por la posible visita del Papa Francisco, en 2024. Conozca cómo avanza la restauración de 700 vitrales.

Quito se prepara para albergar el quincuagésimo tercer Congreso Eucarístico Internacional en septiembre de 2024, un evento católico que contará con la posible presencia del Papa Francisco. Esto dependerá de su estado de salud.

La elección de la capital ecuatoriana como sede para este evento se debe a que en 2024 se cumplirán 150 años desde la Consagración de Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús.

La ceremonia tendrá lugar en la Basílica del Voto Nacional, donde se llevan a cabo trabajos de mantenimiento y restauración, especialmente de los vitrales, ya que algunos presentaban serios problemas. Los rosetones (ventanas circulares), por ejemplo, requerían de una cuidadosa intervención.

Las labores se realizan con los especialistas del Instituto Metropolitano de Patrimonio, cuyos técnicos aprobaron el proyecto de restauración presentado por los encargados de la Basílica.

Los vitrales que sufrieron roturas tanto en los vidrios como en las cañuelas, han sido sometidos a una minuciosa restauración. Los cristales dañados han sido reemplazados, mientras que las cañuelas han sido reparadas o reforzadas con soldadura de estaño, según la necesidad.

La inversión destinada a esta rehabilitación asciende a $237.000.

Además de los vitrales, los clérigos de la Iglesia han emprendido un proyecto propio para reconstruir en resina la figura de la Virgen del Sagrado Corazón de Jesús, una pieza histórica que fue hecha a mediados del siglo XX, con motivo de la visita de Juan Pablo II.

Recuperación de vitrales

La restauración de los vitrales está avanzando con éxito. El proceso se realiza en etapas y por cuadrantes. En total, se necesitan rehabilitar 700 vitrales, de los cuales ya se ha logrado un avance del 70%.

Durante el proceso de restauración, se han encontrado vitrales dañados o incompletos, lo que ha representado un desafío para los expertos. Por ejemplo, en una sección específica, donde deberían existir siete segmentos completos de vitrales, solo se hallaron cuatro intactos. De los tres restantes, uno estaba incompleto y los otros dos nunca fueron instalados.

Para completar los vitrales faltantes se realizan reproducciones basadas en otros similares. Para ello se elaboran moldes y dibujos, siguiendo los mismos lineamientos originales, aunque se hace un ajuste en la porción y color de cada vitral.

Además, en cada Cardenal o sacerdote representado se cambia el palio, la cual es una insignia pontifical blanca que penden ante el pecho y en la espalda dos tiras rectangulares, destacándose de ella seis o cinco cruces.

Cada sacerdote representado tiene un tributo y una forma de vestimenta específica, lo que agrega un nivel de detalle y dificultad al proceso de recuperación de los vitrales.

En el caso de los rosetones, también se han encontrado vidrios rotos. La solución ha sido crear moldes para cortar piezas exactas y reemplazar los vidrios dañados por nuevos. Sin embargo, debido a las diferencias en la fabricación de los vidrios por series, es posible encontrar variaciones de colores entre los antiguos y los nuevos.

Las fallas iniciaron con la instalación de los vitrales 

Los vitrales de la Basílica fueron creados por el artista español Mario de Ayala, en Colombia. Posteriormente fueron enviados a Quito para su instalación. Estos fueron colocados en el templo con motivo de la visita papal en 1985.

Sin embargo, con el paso del tiempo, se han identificado defectos en dichas obras. Según los expertos, muchos están relacionados con errores tanto en la fabricación como en la colocación inicial.

El origen de los problemas radica en que una vez fabricados, los vitrales fueron enviados a Quito sin las debidas directrices del artista, dejando la instalación al personal local. Esta situación llevó a que, debido a la premura en la entrega de la obra, los vitrales se inflaran y deformaran al ser colocados por primera vez. (EC)

El minucioso proceso que siguen los restauradores para la rehabilitación

Para llevar a cabo la rehabilitación de los vitrales dañados se sigue un minucioso proceso que garantiza la restauración. En primer lugar, se desmontan las piezas afectadas para trasladarlas al taller donde se realizará la restauración.

En el taller se inicia el registro fotográfico detallado del estado actual de los vitrales, documentando cada detalle antes de comenzar cualquier intervención.

El siguiente paso consiste en eliminar la masilla que rodea el vitral, limpiando cualquier resto que pueda dificultar el proceso de restauración.

Los vidrios rotos son identificados y registrados. Para su reposición se utilizan plantillas que permiten cortar los nuevos cristales con exactitud.

En el caso de requerir diseños especiales, como trajes o rostros de sacerdotes, se activa la estación de diseño a cargo de Danilo Simbaña, artista plástico. Ahí se emplea la técnica de Grisalla, un pigmento a base de plomo que, después de su aplicación, es llevado al horno a temperaturas de 600-650°C para fijar la pintura.

Una vez completada la fase de diseño y preparación, se insertan los nuevos vidrios en su lugar correspondiente. Se utilizan cañuelas para sujetarlos y enmarcarlos. Luego se sueldan con estaño para asegurar su firmeza y estabilidad.

La siguiente fase consiste en la limpieza minuciosa utilizando bisturí y espátula, para eliminar cualquier suciedad o elemento no deseado.

En restauraciones anteriores, los expertos se enfrentaban a la decisión de bajar los vitrales de los marcos para trabajar con ellos en un ambiente más controlado, o bien, realizar las reparaciones directamente en su lugar. Esta última opción generaba ciertas dificultades y mantenía algunas fallas sin corregir.

700 vitrales de la Basílica están en restauración.
$237.000 es el presupuesto para la rehabilitación.
 En 2024, Ecuador cumplirá 150 años desde su Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.