Cuando las apuestas se convierten en un problema familiar

Ludopatía apuestas
En el país hay casinos clandestinos. (Foto referencial)

La adicción a las apuestas es un problema para la salud de los ecuatorianos, que crece en silencio. Conozca las últimas cifras y un testimonio.

Las personas con ludopatía (adicción a las apuestas) se han triplicado en la última década en Ecuador. Esta enfermedad tuvo un pico durante la pandemia. A diferencia de otras dependencias, rara vez es tratada y mucho menos diagnosticada. 

De hecho, cada vez más ecuatorianos sufren de ludopatía y no lo saben. A diferencia de la adicción a las drogas, o al alcohol, que son socialmente más señaladas, una persona con dependencia a jugar apostando raramente es atendida. 

Aún así, según los datos del Ministerio de Salud Pública, tras la pandemia, en 2021, las personas diagnosticadas con ludopatía se han duplicado. El incremento de los casos atendidos en los últimos diez años, según el Ministerio de Salud, es:

  • 2013:     57 casos
  • 2014:     14 casos
  • 2015:     36 casos
  • 2016:     69 casos
  • 2017:     49 casos
  • 2018:     53 casos
  • 2019:     75 casos
  • 2020:     77 casos
  • 2021:     182 casos
  • 2022:     105 casos

La gran mayoría de los casos diagnosticados se encuentran en las provincias más pobladas del país. Pero, esto no significa que en el resto de Ecuador no estén presentes, más bien reflejan la falta de atención que se suele dar a esta patología, explican los especialistas.  

  

 

José Daniel Gil-Fortoul, psicólogo clínico, explica que la ludopatía funciona como cualquier otra adicción, es “una especie de negación del hecho de tener que hacer algo para obtener placer”. 

Dentro de la naturaleza humana se usa la fantasía como una motivación. Fantasear con tener un auto, una casa o lo que fuese, es una recompensa, que al llegar genera placer. Pero, para eso, se requiere de algún tipo de trabajo, esfuerzo o sacrificio. Con las adicciones, este proceso es remplazado por una sustancia o actividad, que genera placer inmediato, sin necesidad de ningún tipo de esfuerzo.  

Gil-Fortoul también detalló que el dinero, para los ludópatas, no es lo que genera la adicción, si no la sorpresa. La mayoría juega como respuesta contra la rutina.  

Todos los meses el mismo sueldo, todos los fines de semana la misma realidad, cuando eso se convierte en una rutina el ser humano se aburre. El ya saber lo que va a venir genera desmotivación”, explica Gil-Fortoul. Ante esto, tener una recompensa de manera imprevista, dada por el juego, genera una nueva motivación, un nuevo incentivo en su vida.   

Por esta razón, durante la pandemia de COVID-19, y más durante el confinamiento, existió un mayor pico de personas diagnosticadas con la enfermedad. A esto, hay que sumarle las facilidades que brindan los dispositivos móviles para poder apostar, y la gran cantidad de publicidad que ha existido en el Ecuador en los últimos años por parte de distintas casas de pronósticos deportivos.  

La ludopatía trae consigo varios problemas para la salud, principalmente emocionales. Al sentirse mal por todo el dinero perdido, y mantener fuertes deudas, estas personas tienden a caer en la depresión, la ansiedad y la irritabilidad. También, su rendimiento laboral o académico disminuye. Además, tienden a desatender sus amistades e incluso son más propensos a caer en otras adicciones, como pueden ser las drogas o el alcohol.   

Aunque no exista una causa, o un perfil específico, para que alguien genere una adicción hacia las apuestas, las carencias afectivas son determinantes. En este caso, el juego sin control llega como respuesta para intentar llenar ese vacío. Además, ciertas personas pueden desarrollar una predisposición genética a necesitar una estimulación inmediata, indica Gil-Fortoul.  

Detectar la ludopatía, a diferencia de otras adicciones, es más complicado, ya que la actividad puede estar oculta, y no presenta afectaciones al físico.   

Legalidad en las apuestas y pronósticos deportivos  

Con el fin de evitar más casos de ludopatía en Ecuador, en 2011, a través de la séptima pregunta de la consulta popular, se prohibieron “los negocios dedicados a los juegos de azar”, es decir, aquellas actividades económicas cuyo resultado dependa exclusivamente de la casualidad o la suerte. Sin embargo, el mandato no ha tenido éxito. 

Juan Francisco Pozo, abogado penalista, menciona que en esta regulación “no existen términos claros” ni “una normativa específica”. Ante esto, la Procuraduría General del Estado realizó una interpretación de la ley, que permite que las casas de pronósticos deportivos operen en el país, ya que teóricamente sus resultados dependen de la destreza y el conocimiento del jugador, y no de la suerte o el azar. Así, pueden operar en Ecuador. 

La regulación tampoco contempla a las plataformas que operan de manera digital. Según Pozo, a diferencia de los pronósticos deportivos, los casinos en línea sí dependen de la suerte, y son muy comunes en este tipo de aplicaciones. La sanción está regulada a quien administre, ponga en funcionamiento o establezca este tipo de actividades económicas, pero si operan fuera del país, en una jurisdicción donde no existe está prohibición, se crea un “vacío legal”. 

Además, la prohibición en materia penal generó que gran parte de estas actividades económicas operen de manera clandestina, sin ningún tipo de control o protección hacia los usuarios. Para Pozo, esto podría “causar más problemas que los que se querían resolver”. Como la presencia de grupos organizados que podrían operar fuera del marco legal, principalmente para el lavado de activos. Ante esto, considera que la regulación hubiese sido más efectiva que la prohibición.  

A continuación lea un testimonio de un ludópata que conversó con este Diario:

'Las apuestas hicieron que perdiera a mi hija': Gabriel  

(Foto: Emilio López)

"Siempre me gustó el dinero, y a través de las apuestas y los pronósticos deportivos creí encontrar una manera 'fácil' de tener ingresos adicionales. No necesitaba el dinero, pero “una platita extra no le cae mal a nadie”. Fue el peor error de mi vida.  

Tenía 29 años, estaba recién casado, y mi pequeña estaba aprendiendo a sumar, ¡cómo la extraño! Yo pasaba viendo fútbol, por lo que podía lucrar de mi conocimiento. Empecé suave, le metía unos 10 dólares semanales como mucho, hasta cogerle el tino a la aplicación. Sin darme cuenta esos 10 dolaritos se convirtieron en 40, y luego en 500.    

Perdí mi trabajo, ahí empecé a apostar más, ya necesitaba la plata. Hasta llegué a pagar el colegio de mi princesa con lo que ganaba. Cuando perdía, le metía más dinero, había que recuperar. Así seguí hasta que se me acabaron los ahorros.  

Mi mamá tenía joyas caras, yo sabía dónde las guardaba. Fui robándole de a poco, empecé con unos aretes. Les empeñaba y, con lo que me daban, que era buena plata, pero mucho menos de lo que realmente costaban, volvía a apostar, ahora en lugares clandestinos. Si me iba bien, recuperaba las joyas y les volvía a guardar en el cajón; si perdía me jodía.  

Obvio mi viejita se dio cuenta que le faltaban joyas, al inicio le culpó a la empleada, pero terminé aceptando mi culpa. Mi papá me quería pegar, hasta golpeaba las paredes. Mi Ma solo lloraba. Mi esposa no sabía nada de esto.  

Les conté a mis papás que estaba endeudado, debía casi 10.000 dólares. Hicieron un esfuerzo gigante y me dieron la plata para pagar la deuda. Yo volví a apostar con eso. Perdí de nuevo.   

Me sentía impotente, tonto, no servía para nada. No quería que nadie me ayude, hasta me daba vergüenza. En los casinos clandestinos conocí a un grupo de chulqueros, me ofrecieron la plata para pagar mi deuda, me dijeron que les pagara cuando pudiera. Pero, con ellos la cosa nunca funciona así.  

Dejé de apostar, pero ya estaba muy metido en todo esto. Esta banda criminal me empezó a mandar fotos de mi hija, de la casa de mis papás, nos tenían localizados. Mientras iba a la tienda me rodearon entre dos hombres, me mostraron sus armas. “O pagas o te toca caro”, me dijeron.  

Cuando mi esposa supo todo esto me pidió el divorcio y perdí la custodia de mi hija. “Por su seguridad” ya no puedo ver a mi pequeña, ya son casi tres años desde eso". 

LA HORA LAB: Emilio López-USFQ