Los servicios básicos están en manos de las ecuatorianas

Realidad. Las mujeres representan la mayoría dentro de los servicios básicos para salvaguardar la vida: salud, educación, cuidados directos, enfermería.
Realidad. Las mujeres representan la mayoría dentro de los servicios básicos para salvaguardar la vida: salud, educación, cuidados directos, enfermería.

El 60% del sector de la salud, por ejemplo, está ocupado por mujeres. Sin embargo, en roles de toma de decisiones la representación no llega ni al 10%.

“Antes de la pandemia, ciertas cosas no estaban visibilizadas”, dice Alison Vásconez, oficial de programas de ONU Mujeres Ecuador, al hablar del rol femenino en la contención de la crisis sanitaria.

Los aspectos esenciales para la subsistencia tienen que ver con la salud, un sector que en Ecuador está ocupado por un 60% de mujeres.

“Ahora nos damos cuenta que quienes trabajan mayoritariamente y al frente de la respuesta (de la pandemia) son mujeres”, dice Vásconez, quien también es docente e investigadora en Economía Femenina, Género y Desarrollo.

El rol femenino, según informes levantados por el organismo, está en sectores básicos: el 81% del personal ejerce la enfermería; el 85% está cuidados directos (infantil, adultos mayores, personas con discapacidad) y el 70% es parte del personal educativo en los niveles primarios y básicos.

Pese a esto, en los roles de toma de decisiones la representación de las mujeres ecuatorianas no llega ni al 10%.

Esto es un factor que a nivel mundial se repite, según el National Democratic Institute (NDI), que indica que las mujeres representan menos del 5% de los alcaldes. (AVV)

El mito del rol biológico

Antes de la pandemia, la encuesta de uso del tiempo, realizada por el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (INEC), reflejaba que el 60% de las mujeres eran más pobres en uso de tiempo, pues las labores no remuneradas del hogar recaen directamente sobre ellas.

Con el confinamiento, las labores para las mujeres, a nivel nacional, aumentaron un 76% –el porcentaje está más centrado en los cuidados del hogar–. Estos casos tienen un impacto mayor en Manabí, con el 91%.

Estas situaciones hacen que las probabilidades de deserción laboral de las mujeres aumenten. Por ejemplo Natalia Gutiérrez, quien trabaja en una empresa de transporte, dice que la crisis sanitaria también ha impactado en la infrarrepresentación femenina en el sector movilidad.

“Desde 2017, en Ecuador, veníamos aumentando rápidamente el número de socias conductoras, alcanzando un crecimiento de 87% para 2019. La pandemia redujo la participación en un 30%”.

Vásconez explica que persisten patrones patriarcales que convencen a la sociedad que es una obligación de la mujer encargarse del cuidado del hogar. “Consideran que es parte de su rol biológico. Cuando las tareas del hogar tranquilamente se las puede llevar en conjunto. Hay raíces culturales profundas que se deben cambiar”.

Esto ha hecho que el 56% de las madres se dediquen solas a las tareas de teleducación con los niños, señala una encuesta levantada por ONU mujeres, en hogares donde viven papá y mamá.

Estos hechos marcan una distinción de estrato social, pues son las mujeres de menos recursos económicos las que tienen más carga, ya que la falta de acceso a Internet provoca más complicaciones que deben solventar. También aumenta la brecha de independencia económica entre hombres y mujeres.

Labor. La Agente Metropolitana, Carina Ibujez Mora, lleva el mensaje de acatar las medidas de bioseguridad a la ciudadanía, especialmente a niñas y niños.
Labor. La Agente Metropolitana, Carina Ibujez Mora, lleva el mensaje de acatar las medidas de bioseguridad a la ciudadanía, especialmente a niñas y niños.

 ‘Lograr la igualdad de género está en la educación’

 Carina Ibujez Mora, es una de las 266 agentes metropolitanas que laboran en Quito.

Con más de una década en la institución, dice que el 2020 fue un año difícil, pues al igual que sus compañeros ha estado en primera línea durante toda la pandemia.

 Ibujez es quien da vida a un personaje llamado ‘Valentina’, que nació para socializar entre la ciudadanía las normas de bioseguridad que no llegan de la misma manera a los adultos.

“Los niños y los jóvenes son los que más tratan de protegerse y los que aprenden más rápido”, dice Ibujez, quien considera que son los adultos a quienes les resulta difícil cambiar patrones establecidos.

Ibujez considera que es la educación una forma de erradicar la desigualdad de género y es indispensable comenzar por los más pequeños. “Hay que llegar a la comunidad infantil. Nosotros llegamos a las escuelitas mediante zoom, para poder, poco a poco, cambiar ideologías”, agrega.

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