El debate también fue un catalizador de tensiones políticas

Guillermo Lasso y Andrés Arauz en la tarima del debate presidencial del domingo 21 de marzo de 2021. Foto. Cortesía CNE.
Guillermo Lasso y Andrés Arauz en la tarima del debate presidencial del domingo 21 de marzo de 2021. Foto. Cortesía CNE.

Universitarios y conocedores del debate opinaron sobre el encuentro entre Guillermo Lasso y Andrés Arauz, por la Presidencia de la República del Ecuador.

Para llegar a Carondelet, Guillermo Lasso y Andrés Arauz tendrán que sumar votos del segmento más joven de la población ecuatoriana; y, para hacerlo, deben revisar sus discursos con propuestas que apunten a las necesidades y demandas de este grupo.

Cuatro estudiantes universitarios y conocedores del arte del debate conversaron con La Hora y expusieron sus opiniones respecto al enfrentamiento previo al balotaje, realizado el domingo 21 de marzo. (LGP)

 Martín Luna. 23 años. Estudiante universitario en la USFQ. Miembro de la Asociación Ecuatoriana de Debate.

El propósito de un debate no debería ser tener la razón, sino progresar. Debatir implica, necesariamente, escuchar al otro para entender su postura. En Ecuador, los votantes hemos sido educados para no mirar los discursos ni las propuestas, sino para mirar los bandos. Nos enseñan que el partido por el que no votan las personas a nuestro alrededor es «el enemigo» y que considerar lo que proponen es un acto de traición. Creo que esta es la razón por la que tenemos pésimos debates y propuestas nada realistas, porque aceptamos cualquier cosa que venga del candidato que apoyamos, mientras nos permita seguir atacando al contrario. Durante las elecciones, cualquier crítica que se hace respecto a un candidato es respondida por sus partidarios con un «el tuyo es peor».  Cegados por esta falsa competencia, mientras pensemos así seremos altamente manipulables, porque nos dejamos llevar con tal de no aceptar que podemos estar equivocados.

 Mario Viteri. 22 años. Estudiante universitario y miembro del Club de Debate Argumentum, en la ESPOL.

 El desarrollo del debate fue deficiente tomando en cuenta los objetivos planteados por el CNE (buscar contenidos claros, didácticos y fundamentados). Existió falta de profundidad en las intervenciones de ambos candidatos, y, sumado al enfoque conflictivo que primó sobre el evento, estas problemáticas se vieron agravadas por el formato y la estructura del debate. Con tiempos cortos para la exposición de propuestas y un número de preguntas excesivo, en cada eje, fue complicado que, tanto los candidatos como el público puedan seguir una línea argumentativa clara. La segunda ronda del debate fue improductiva para la discusión, lejos de que los candidatos se cuestionaran sobre política pública o temas relacionados con la administración del estado, optaron por increpar al otro con discusiones que poco o nada afectan la realidad nacional. Para la ciudadanía el debate, más allá de actuar como una herramienta, lo hizo como un catalizador de las tensiones políticas ya existentes.

 Daniela Endara. 21 años. Estudiante universitaria y miembro de la Sociedad de Debate USFQ.

Debate es un ejercicio de argumentación lógica. Pero, esto no fue lo que se apreció el domingo 21 de marzo de 2021. Comenzando por la organización, no se realizó de forma adecuada la preparación. Esto se pudo evidenciar claramente con la construcción de las preguntas correspondientes para cada eje. Eran demasiado amplias y contenían muchos temas dentro de las mismas, lo cual imposibilitaba a ambos candidatos dar una respuesta clara y fundamentada sobre cada tema en específico. Por lo que, se daba paso a que los candidatos se vayan por las ramas y no fundamenten sus ideas. Por otra parte, se evidenció el uso excesivo de falacias y afirmaciones gratuitas que afectaban al discurso de cada uno. No se puede adjudicar un ganador, ya que ninguno explicó bien sus propuestas de campaña ni dijo como las mismas serán puestas en práctica en caso de que llegasen a la presidencia de la República.

Martín Roser. 23 años. Estudiante universitaria y miembro de la Sociedad de Debate USFQ.

 El debate presidencial del domingo (21 de marzo de 2021), fue un fallido espacio para la presentación de propuestas e intercambio de ideas. Los ejes de “argumentación” de los candidatos Arauz y Lasso fueron la exacerbación del odio; utilización de falacias como nexo lógico para sus acusaciones; y el ataque constante a la persona sin criticar sus propuestas. Todos estos componentes son contrarios a la esencia de un verdadero debate: presentación de ideas que defiendan una postura clara a través de cadenas lógicas de argumentación, y la contraargumentación a posiciones contrarias al mostrar su falta de racionalidad, posibilidad, plausibilidad y relevancia. Así, ambos aspirantes buscaron incrementar el desprecio del electorado hacia el otro candidato a partir de acusaciones que atacaban a la persona y su calidad moral para ser primer mandatario, de manera peyorativa. Sobre las propuestas, nunca se desafió a cómo se desarrollarían las mismas, o por qué éstas son las más adecuadas para el futuro del país. Un fracaso total.