A la inseguridad y la falta de reactivación económica se suman discursos políticos, que satanizan las utilidades y que cargan al sector con impuestos distorsivos.
Édgar Peñaherrera, gerente de la Red de Integración Ecuatoriana de Cooperativas de Ahorro y Crédito (Icored), explicó que más allá de los discursos populistas sobre utilidades extraordinarias en el sistema financiero, existe una realidad de menor crecimiento, aumento de la morosidad y menor crédito. Todo esto profundizado por la inseguridad.
P. ¿Es cierto que las cooperativas tuvieron utilidades extraordinarias en 2023? ¿Cómo les afectan medidas como el impuesto temporal sobre las utilidades aprobado por la Asamblea?
Lamentablemente falta un análisis crítico de la real situación de las instituciones financieras. Cierta porción de la población y de los políticos han satanizado mucho el rendimiento del sistema financiero nacional y no se compara con otras industrias que tienen rendimientos superiores. En el caso de las cooperativas de ahorro y crédito, la rentabilidad lo que les permite a las instituciones es fortalecerse. Estamos en un período económico bastante complicado, donde cualquier cosa puede afectar a las instituciones. Lo que dicen las buenas prácticas es que las utilidades deben reinvertirse para que el patrimonio se fortalezca y se pueda dar más crédito. Por eso, con buen criterio, la Superintendencia ha ordenado que se reinvierta estos años para tratar de recuperarnos. No es el momento de repartir utilidades. Venimos creciendo cada vez menos desde 2021. En la pandemia, no decrecimos por las regulaciones y porque dimos alivios financieros y reprogramaciones para ayudar a los asociados y los clientes con créditos. Solo el sector cooperativo concedió cerca de $8.000 millones de alivios financieros. Un gran porcentaje de esos alivios financieros; me atrevería a decir que alrededor del 50%, ya se vencieron y no se ha logrado cobrar porque la economía no se reactivó, porque los socios no tienen dinero para pagar. Entonces, estamos afrontando y absorbiendo ese no pago. En el 2024 se repetirá el mismo escenario, lo lógico es que tengamos todos los excedentes que generamos con el esfuerzo de los asociados para afrontar cualquier imprevisto. Cuando enfrentamos escenarios complicados, no tiene sentido que se lleven parte de las utilidades dejando a las cooperativas sin respaldo y quien nos salve si pasa algo.
P. ¿Cómo se están protegiendo las cooperativas ante una situación de menor actividad económica, menos liquidez y más morosidad?
Tenemos que ser más cuidadosos y estrictos en el otorgamiento del crédito. Quizás antes era un poco más flexible para tratar de crecer. Normalmente, el ecuatoriano es emprendedor por excelencia, si le va mal en un negocio se cambia a otro y enseguida busca la forma de salir adelante. Pero, ahora estamos en una situación en la que está bien complicado hacer eso. Las entidades financieras nos vemos obligados a asumir menores riesgos, No se apunta a crecer más, lo que estamos intentando es mantener al menos los mismos niveles del año pasado. Hay que cuidar que la morosidad no suba más; que en los asociados que tienen capacidad no se vaya dañando la cultura de pago. Debemos estar pendientes, estar ahí encima para recuperar lo más posible.
P. ¿Qué necesita el sector cooperativo para fortalecerse y no profundizar la actual crisis?
Bueno, si bien algo se está haciendo, lo que más necesitamos es seguridad. Cada vez se cierran más negocios; eso significa que las personas tienen cada vez menos capacidad de pago. La gente tiene miedo de abrir su local, de que les vacunen, les extorsionen o les roben. Entonces, creo que el punto central ahora se llama seguridad y hay que mejorar eso. Si sube la morosidad, tenemos que provisionar más recursos para prevenir el no pago. Con eso se aumenta el gasto y se afecta a los balances de las cooperativas. El 2023 fue un año totalmente complicado y no se ven acciones que promuevan la reactivación de la economía. También hay que trabajar mucho en la cultura de pago y se necesita de la ayuda de los actores políticos que cada tanto tiempo vuelven con el tema de las condonaciones. Una cosa son las personas que no pagan porque no pueden; y otra son las que no pagan porque están esperando que les condonen las deudas los políticos. La cultura de pago costó muchos años en el país, pero se está perdiendo porque no se actúa seriamente cuando se tratan los temas del sistema financiero nacional.
P. Si el 2023 fue un año complicado, ¿Por qué desde sectores políticos y sociales se habla de ganancias extraordinarias en bancos y cooperativas?
El 2023 fue un año completamente difícil. Es cierto que el sector cooperativo creció al 7%, pero ese nivel es mucho más bajo si se compara con los crecimientos de dos dígitos de antes. Ya desde el año pasado se sintió una reducción del crédito por dos razones. La inseguridad provocó que no se pida crédito como antes; además, las dificultades para cobrar también han hecho que las cooperativas también restrinjan el otorgamiento de financiamiento. Además, el financiamiento externo es cada vez más caro y, para conseguir liquidez interna, en los últimos tiempos ha habido una presión para que se pague tasas más altas por los depósitos, e incluso ha habido una competencia con los bancos para atraer clientes, pero ya no tenemos los suficientes recursos para pagar seguir subiendo las tasas pasivas.
P. ¿Cómo se ven las expectativas para el sector cooperativo en 2024?
En estas circunstancias actuales se nos hace difícil ser positivos de cara a este 2024. Hemos analizado los escenarios y no vemos cambios con lo que sucedió el año anterior. Entonces, las cooperativas tienen que manejarse tratando de captar recursos y colocarlos con mucho más cuidado para que realmente se puedan recuperar. Los recursos son de las personas que depositan; no son de los bancos, cooperativas y mutualistas, y deben ser cuidadosamente administrados. Esperamos que haya una mayor certidumbre y que se pueda controlar en mayor medida la inseguridad. Algo se ha hecho, pero el tema no es fácil ni de corto plazo. Es lamentable ver que estamos como en la pandemia. Por donde vamos vemos carteles de arriendo, locales cerrados o negocios en venta. Estar en un año preelectoral siempre genera incertidumbre y no permite que se concreten inversiones. La principal función de las cooperativas es conseguir recursos de las grandes ciudades y colocarlos en mayor medida en la ruralidad y las ciudades más pequeñas. Esta función debe ser defendida. (JS)
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