Y así una y otra y otra vez

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

A través de una red social, pude observar un vídeo en el que se hacía mención a cómo y por qué Suiza es un país súper desarrollado. A modo de explicación y resumen estaba un comentario de quien posteó el audiovisual en el que mencionaba que todo este desarrollo se debía a su clase política.

Al leer tal mensaje, no pude menos que soltar una carcajada, qué caído de la hamaca el seudo intelectual. El desarrollo palpable y visible de este y otros países, se debe a la educación de sus ciudadanos; y no me refiero a si dicen buenos días y gracias, sino al hecho de que conocen sus derechos y obligaciones al detalle. Por esto sus leyes están diseñadas para beneficiar a todo el conglomerado y no a un grupo de mandamases.

Mis ratos libres los aprovecho para poder leer acerca de las políticas que ponen en práctica otros países; como en sentido general se establecen acuerdos de cooperación y se busca la manera de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, ampliar las plazas de empleos, mejorar la producción para no depender de un solo producto.

Y sí, me dio pesar. En cualquier otro lugar, buscan como mejorar sus relaciones internas y externas y aquí tenemos años de consultas y más consultas que sólo nos han servido para darle más poder a un grupúsculo, mientras que para el pueblo no hay cambios en lo absoluto. Nuestros gobernantes, nos hacen creer que “La voz del pueblo, es la voz de Dios” y terminan abusando de ese poder que se le entrega.

Uno de esos graves problemas con los que nos solemos encontrar es que esa supuesta “voz de pueblo”, no depende de otra cosa que no sea la simpatía que se siente por el de cabecilla de turno.

Una vez más nos enfrentamos, unos por el sí y otros por el no, otra vez con la esperanza de que esta vez los cambios y reformas estén a favor del pueblo. Esperemos gane la cordura y la sensatez. Y de una vez por todas alguien se dedique a legislar y procurar el bienestar del ciudadano común.

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