Ser críticos

Jorge Oviedo Rueda

Por supuesto que la crítica es necesaria; pero una cosa es ser críticos y otra criticones. El criticón es el que hace daño. La crítica malsana embadurna el mundo de odio. El criticón es superficial, ignora el fondo de los asuntos. Con Rafael Correa se puede ser críticos, porque siendo una figura pública tiene el techo de vidrio. La derecha y también la “conciencia progresista” solo se han preocupado de las formas. La gestión de RC da para criticar asuntos de fondo.

Criticar, por ejemplo, su nula voluntad de transformar la matriz productiva. El planeta Tierra se encamina a la muerte porque no hay sindéresis entre el consumo y los recursos. Equilibrar esa contradicción requiere de una voluntad histórica que RC jamás demostró. La política se define en ese nivel y, en ese nivel, Correa demostró ser un pelele.

Criticar, por ejemplo, su trasnochada concepción del poder que pretende ver en los ciudadanos el motor de las transformaciones. La RC tuvo siempre masas amorfas en espera de la última palabra de su caudillo. No. Las revoluciones no son la ruptura destructiva de una represa, sino la canalización constructiva de esa energía, lo que, en términos políticos, se llama ideología

Criticar, por ejemplo, su superficial concepción de la educación. Reproduciendo los soldados que defienden el mercado capitalista solo se reproduce el sistema capitalista y estos tiempos son para cambiar la época, no para cambiar naderías. RC fue un farsante, cobarde además, que no tuvo el valor de ver de frente el monstruo de la educación privada de élite.

¿Quién ha criticado a Correa desde este ángulo? Sus criticones dicen que lo que él piensa ellos lo pueden hacer sin autoritarismo, con otro estilo. Eso representa Lenín, el cambio de estilo, no la segunda etapa de la RC.

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