El campo ¿el granero de la ciudad?

Patricio Valdivieso Espinosa

Resulta muy cómodo para los citadinos, repetir la frase trillada de que el campo es el granero de la ciudad, llevando consigo esa discriminación inhumana, que hay que desechar de una vez por todas. La gente del campo, sectores suburbanos o zonas rurales, como se los conoce, deben tomar sus propias decisiones en base a las aspiraciones que se fijen para la superación de su entorno; y, el gobierno central y seccionales, tienen la obligación no sólo legal, sino moral, de mejorar su condición de vida y sus medios de producción.

Si los habitantes del sector rural por voluntad propia creen que deben seguir en la agricultura, ganadería o apicultura, por lo menos debe recibir la guía y apoyo del sector público para ser más productivos, proveyéndoles de capacitación y tecnología; sin dejar de lado que están obligados a dotarles de vías adecuadas, para que saquen sus productos sin complicaciones, caso contrario quedan como meros enunciados. Asimismo, debe parar de manera urgente la persecución que sufren en los mercados, entregándoles espacios decentes y temporales para la venta de alimentos.

Pero en el fondo, más allá de que nos alimenten a la gente del sector urbano, suena preocupante cuando escuchamos decir: hay que parar la migración del campo a la ciudad; evidenciando un egoísmo tan marcado, que sólo lo pueden pregonar aquellos que ven a los humildes como gente que nació para servir. Los Seres Humanos que habitan el campo, tienen la misma o mejor capacidad que los de la ciudad, e iguales sueños de superación; lo que carecen es de oportunidades, porque fueron relegados, ya que mucha de su clase política se convirtió en cómplice de los abusos del poder central, recibiendo migajas a cambio de simples cuotas de poder temporal.

Cómo esperamos que la gente del área rural prospere, si la tenemos cohibida de todo. Es tiempo de cambiar la mentalidad, el sector rural debe contar con las mismas condiciones que el sector urbano, debemos dotarles de centros educativos con tecnología y la enseñanza de otros idiomas. Más allá de crear supermercados populares y zonales, que les facilite los espacios para mejorar la cadena de comercialización de sus productos, es hora de crear las empresas familiares, dándole trabajo a la gente, con capacitación y asesoramiento continuo. (O)

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