Nos jugamos el futuro

El asunto es tan grave como los casos de corrupción que atraen poderosamente la atención de los medios de comunicación: en los últimos tres años, más de un centenar de niños murió violentamente a manos de un familiar o un allegado a la familia. La mayoría de las víctimas tienen edades entre uno y cuatro años. Ante esta realidad hay quien califica a la ecuatoriana como una sociedad enferma.

Efectivamente, algo anómalo ocurre entre nosotros. Algo que se vuelve desde todo punto intolerable y que exige acciones integrales que involucren a las autoridades de cada lugar, pero también a quienes allí viven y encabezan los núcleos familiares. El trágico panorama de hoy gana en trascendencia cuando se piensa que se trata de una población muy vulnerable.

A esto deben añadirse la violencia social, los femicidios, los abusos contra la mujer, los crímenes atroces que se reportan a diario, las desapariciones, la intolerancia en todas sus manifestaciones, la xenofobia, el ‘bullying’, la violencia intrafamiliar, la homofobia, el incremento del consumo de drogas y el racismo, que son el envenenado “pan nuestro de cada día” en Ecuador. Nuestras instituciones sociales y religiosas históricas se ven desbordadas por la magnitud de esta tragedia.

Nuestra sociedad está comprometiendo su futuro, se juega su propia supervivencia como tal. Estos problemas no los resuelven las leyes, que en el país abundan, tampoco superficiales campañas publicitarias. Nuestra salud social, el sentido de lo humano en su raíz y nuestra integridad ética están seriamente en peligro. Hay que prender las alarmas, en particular en la conciencia ciudadana de cada uno de nosotros.


Bien sabido es que la ambición tanto puede volar como arrastrarse”. Edmund Burke Escritor irlandés (1729-1797)

Una mentira nunca puede deshacerse. Ni siquiera la verdad es suficiente”. Paul Auster Escritor estadounidense (1947)