Que la corrupción es una pandemia universal dan prueba los escándalos que involucran directamente a mandatarios, empresarios y políticos de alto rango e instituciones, pero que también se da en el diario vivir en los restante estratos sociales de manera sistemática. ¿Cuánto ha perdido Ecuador en términos de porcentajes del Producto Interno Bruto en los últimos diez o veinte años por este concepto?
El tamaño del monto que se llevó la corrupción es incalculable. Ahora se impulsa en la Asamblea Nacional una ley para la recuperación de lo malversado por este concepto. Es reflejo de la diferencia abismal entre nuestra moral vivida y nuestra moral pensada. En efecto, el proyecto de Ley de Recuperación de Capitales DEBE tramitarse con prontitud, pero sin olvidar esa lamentable y repudiable realidad.
Esas redes involucran a muchos sectores, desde el financiero hasta el de las llamadas organizaciones no gubernamentales “sin fines de lucro” pasando, desde luego, por la justicia. Sabemos que si la justicia falla, como valor y como virtud social, la sociedad está desordenada, adolece de ética cívica. El perjuicio es para todos, pero sobre todo para los sectores más vulnerables que son, en definitiva, las principales víctimas.
No puede la labor legislativa regirse por solo por la coyuntura actual, porque el resultado no solo brillaría por su mediocridad conceptual, sino que sería lo que entre nosotros llamamos “un saludo a la bandera”. La recuperación del dinero mal habido a la que se apunta, pasa por el análisis y las redes empleadas, sobornos y “contratos a dedo”. Procederes delictivos a veces sutiles, siempre subterráneos.
El drama no es elegir entre el bien y el mal, sino entre el bien y el bien”. G. W. F. Hegel Filósofo alemán (1770-1831)Serás amado el día en que podrás mostrar tu debilidad sin que el otro se sirva de esto para afirmar su fuerza”. Cesare Pavese Poeta italiano (1908-1950)